(Issa López, 2018)

Todo mal es una comedia al estilo de ¿Qué paso ayer? o las más vulgares películas de Judd Apatow; la diferencia se encuentra en que aquí, el juvenil comportamiento masculino llevado al extremo no es el espíritu que se celebra, sino aquello de lo que la película se burla. A través de una trama enredada y personajes coloridos, la directora y coguionista Issa López (este último crédito lo comparte con Ari Rosen) expone algunos de los más absurdos comportamientos del macho mexicano. Piénsese en todos los enredos que se desprenden de un ataque de apasionados, posesivos celos. El mensaje es claro pero no es obvio. La película se mueve tan rápido y está tan llena de chistes que a uno nunca siente que López está pregonando.

La trama involucra al penacho de Moctezuma Xocoyotzin, aquella reliquia de una controvertida historia. La corona de plumas de quien fue emperador mexica cuando la llegada de Hernán Cortés es en la actualidad parte de la colección de un museo austriaco, y por mucho tiempo ha sido causa de disputas entre Austria y México. En Todo mal, Osvaldo Benavides interpreta a Fernando, un joven diplomático encargado de gestionar una muy esperada visita del penacho a su país de origen. Todo mal involucra más de una carrera contra el tiempo, y este elemento es planteado desde el principio cuando Fernando nota un error en el video de presentación para sus contrapartes austriacas (los nazis en el video visten un águila austriaca), y hace todo lo posible para que éstos no lo noten.

López presenta esta escena con un extenso plano secuencia, un recurso que utiliza frecuentemente, de manera más impresionante cuando sus protagonistas deben escabullirse de un bar a mitad de la película. Las tomas largas de Todo mal destacan no solo por la obvia dificultad logística de montar una toma así, sino también por cómo le permiten a los actores mantener un ritmo más natural y suelto, y cómo utiliza el fondo para colar pequeños chistes. Otro recurso que la película usa de manera recurrente es el salto del tiempo. A ratos la historia se ve interrumpida por letras blancas sobre un fondo negro que nos llevan a información relevante. Las revelaciones son tan dramáticas que es claro que la película se divierte con este cliché.

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Como tantas comedias mexicanas de la actualidad, Todo mal gira parcialmente alrededor de una boda. Fernando está a punto de casarse con Viviana (Marcela Guirado), por lo que le llama a sus dos primos para que sirvan como padrinos de boda. Matías (Alfonso Dosal) toca la guitarra en la banda de covers de su amigo Masiosare (Sebastián Zurita, canalizando su miembro de Moderatto interior), después una breve carrera como ídolo adolescente en un grupo al estilo Magneto. Dante (Martín Altomaro), es un intelectual que vive en un clóset literal y uno metafórico (por lo menos de acuerdo con sus otros dos primos). No sólo vive donde su madre guarda su ropa, pero también se sospecha que es gay dado que no ha tenido una relación importante. Los tres primos no se llevan del todo bien, pero aceptan reunirse para la boda.

Una coincidencia desafortunada se aparece. Fernando debe recibir el penacho el mismo día que se supone debe casarse. Pero no es nada que no pueda sortear. Por lo menos hasta que llega el día de la boda y Viviana no aparece. Ella le revela que se ha acostado con alguien más de una forma devastadora: un mensaje de WhatsApp con todo y un “emoji de lagrimita”. Envalentonado por esta dolorosa revelación y no por un exagerado orgullo nacional, Fernando decide robarse el penacho de Moctezuma mientras lo recibe del aeropuerto. Los otros dos primos no tardan en involucrarse. Cuando un par de sicarios se aparece buscando el penacho, Matías y Dante se apuran para encontrar a Fernando, quien se encuentra en una borracha cacería de venganza tras el hombre con el que sospecha su esposa lo engañó.

La aventura en la que los tres primos se embarcan está llena de violencia y groserías. “Güey,” “pinche” y el resto del vernáculo mexicano aparecen en por lo menos la mitad de los diálogos. Uno de los sicarios insiste a cada rato en “meterle un tiro por el culo” a todo aquel que se encuentra (está por supuesto hablando de un balazo con su rifle de asalto, pero el doble sentido no pasa desapercibido). No obstante, la mayoría del humor viene de las situaciones y un simpático y uso del espacio y los objetos. La escena en que Dante y Fernando (con el penacho en la cabeza) invaden el apartamento de Viviana, otra en que Fernando amenaza a Matías con un arpón, otra en que Matías se tropieza con una valiosísima figura, y una particularmente cruel que involucra un perro chihuahua, son algunos de varios ejemplos que se me vienen a la cabeza. Si estas escenas funcionan es en gran medida por los actores. La ebria intensidad de Benavides; el vacilante pánico de Dosal; el seco sarcasmo de Altomaro y la cara de Guirado, que parece decir “estoy rodeada de idiotas,” complementan perfectamente a sus personajes.

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Aunque Todo mal se enfoca en las ridículas desventuras de los tres primos, Viviana es quizá el personaje al que le tiene más simpatía. Cuando la película salta una semana antes para mostrarnos la noche en que ella engaña a Fernando, uno puede más o menos entender por qué lo hace. Ella y Fernando en realidad no se conocen tan bien como creen, él apenas conoce su vida anterior como artista callejera; ella siente pánico y además tiene buena química con el tipo con el que se termina acostando. Viviana no escogió involucrarse en las tonterías de Fernando, pero éste no es el único que termina empeorando las cosas. Matías, quien fue su novio en la preadolescencia, parece no haberla superado a ella, o por lo menos que su primo se haya casado con ella. Hasta Dante, quien parece indiferente, termina poniéndola en una situación más incómoda de la que ya está.

Temí por un momento cuando los dos sicarios la secuestran, pues pensé que la película les iba a dar un abrupto final redentor que chocaría demasiado con quienes habían sido por la hora anterior. Pero el guion encuentra una manera ingeniosa de esquivar este cliché y que Viviana de verdad emerja como lo que había sido en toda la película: el más sensato de sus personajes (no es que hubiera mucha competencia). Todo mal no es una película perfecta. La trama tarda en tomar forma y el intrigante concepto del penacho de Moctezuma termina siendo totalmente secundario a la historia. Fernando podría haberse robado 80 mil dólares y la película habría sido la misma (dan ganas de ver una película que de verdad sea sobre el penacho de Moctezuma). Pero la energía nunca decae y los chistes nunca se agotan. Hacía tiempo que no me reía tanto con una comedia mexicana reciente.

★★★1/2