(Upgrade; Leigh Whannell, 2018)

Upgrade: Máquina asesina es una brutal y muscular película de acción con una mente aguda. Es mitad violencia y sangre, mitad comentario de nuestra relación con la tecnología. La idea de que la innovación tecnológica es la solución a nuestros problemas es una central a nuestra sociedad actual y el segundo largometraje de Leigh Whannell hace un buen trabajo de explorar los horrores que pueden resultar de ello. Cómo la promesa del empoderamiento humano a través de la computación y la automatización nos termina convirtiendo en esclavos de las tecnologías y aquellos que las crean y controlan.

El futuro cercano de Upgrade es destallado y vibrante. Rascacielos que se contorsionan y luces de neón son algunos de los clichés futuristas que reutiliza, pero el diseño de producción de Felicity Abbot le presta más atención a los interiores: fríos y estériles espacios de concreto matizados con plantas, piedras y madera; materiales orgánicos que parecen elegidos por sus habitantes para esconder el hecho de que el mundo táctil ha pasado a un segundo plano.

El protagonista de Upgrade es Grey (Logan Marshall-Green), un mecánico de autos clásicos, una profesión anticuada en un mundo en el que los carros son conducidos por inteligencia artificial. Cuando otros se asisten de comandos de voz, Grey prefiere usar y ensuciarse las manos. Los opuestos se atraen, porque la esposa de Grey, Asha (Melanie Vallejo), es una empleada de alto rango de la corporación Cobolt, una de las compañías responsables del futuro que los dos viven, y una firme creyente en su valor para el progreso humano.

Después de entregar un vehículo al multimillonario Eron Keen (Harrison Gilbertson), el genio líder de la compañía rival Vessel, Grey y Asha sufren un horroroso percance. El piloto automático falla (o es saboteado), el vehículo se sale de su ruta y se voltea. Un grupo de hombres misteriosos se aparece y le dispara a la pareja. Asha fallece al instante y Grey resulta tetrapléjico.

Whannell, como director y guionista, no esconde el sufrimiento de Grey, o la monumental crueldad del destino que lo llevó a estar atado a una silla de ruedas. Grey no sólo acaba de perder a su esposa, también su movilidad, su forma de ganarse la vida y lo que lo mantenía aterrizado en un mundo cada vez más artificial. Hay pequeños momentos de humanidad y tragedia aquí y allá. Cuando un técnico de Cobolt le muestra los brazos robóticos que han instalado en su casa para que éste pueda alimentarse y realizar otras funciones básicas, la cámara se sostiene en un Grey vacío, mientras su madre Pamela (Linda Cropper) y el técnico se mantienen en el fondo, fuera de foco y sus rostros fuera de vista. Otra escena dolorosa es cuando Grey trata de suicidarse a través de una sobredosis, pero como la administración de su medicina queda a cargo de un brazo robótico, está a la merced de su programación, la cual por supuesto niega a la brevedad. Grey ni siquiera tiene el control de su propia vida. Estos momentos de humanidad son muy bienvenidos. Más adelante hay otro en el que Grey habla con su madre y ella lo primero que hace es tomarle la mano. Es algo muy simple, pero algo que a pocas películas de su género se les ocurre hacer en primer lugar.

Upgrade Maquina asesina_1

Grey está sin esperanzas hasta que hasta que Eron se aparece con una oferta. Grey servirá como conejillo de indias para su nuevo invento: un avanzado chip de inteligencia artificial llamado STEM que le permitirá recuperar sus brazos y piernas. Aquí es donde menciono lo mucho que disfruté la actuación de Gilbertson como Eron. Como muchos genios malévolos del cine, Eron tiene una presencia fantasmagórica; la diferencia es que Gilbertson inserta una risa exagerada y fuera de lugar de vez en cuando, en un inquietante intento de parecer humano.

Grey pronto descubre que, además de restaurar su movilidad, la inteligencia artificial de STEM puede comunicarse con él a través de su oído interno (su voz es proporcionada por el actor Simon Maiden) y es un mejor detective que los oficiales de policía encargados de encontrar a los asesinos de Asha. Con una mirada rápida al video de dron del incidente, STEM puede deducir la identidad de uno de los responsables y poner a Grey en el camino de la justicia (o la venganza).

Dado que la relación central de la película ocurre entre Grey y STEM, quien se manifiesta sólo como una voz en su cabeza, el peso de ella cae en los hombros de Marshall-Green. El actor responde al desafío con una interpretación intensamente física y ocasionales acentos cómicos. Como parte de su programa, STEM puede tomar el control del cuerpo de Grey y convertirlo en una precisa y eficiente máquina de pelear. Con impresionantes movimientos de cámara Whannell resalta el componente mecánico de Grey, pero lo que al final los hace convincente son las expresiones de Marshall-Green, quien luce atónito y lleno de náuseas mientras que su cuerpo somete a un enemigo con frialdad e indiferencia.

Upgrade merece crédito por ser algo más que una pulida reinterpretación de Deseo de matar con un robot psicópata como coprotagonista. La película teje hábilmente sus ideas sobre la venganza con sus ideas sobre la tecnología. Nuestra relación con ambas, sugiere, no es muy diferente. Creemos estar en control de nuestros aparatos como de nuestros impulsos más primitivos, pero fácilmente podemos perder de vista cuándo éstos se apoderan de nosotros. Esta idea está integrada orgánicamente a una trama de misterio llena de sorpresas en la que Grey tiene que descubrir a los verdaderos responsables de la muerte de Asha a la vez que tiene que eludir a Cortez (Betty Gabriel) una astuta detective de la policía que empieza a interesarse por Grey cuando los sospechosos empiezan a morir de manera violenta y azarosa.

Disfruté la bien coreografiada acción de Upgrade, el laberinto que es su trama, sus atinadas actuaciones y su fotografía que placenteramente recuerda a Blade Runner y su reciente secuela. Lo que me maravilla de ella es cómo todos estos elementos comunican tan hábilmente la idea de que la tecnología no sólo no nos salvará, pero terminará tornándonos contra nosotros mismos.

★★★1/2