(Overlord; Julius Avery, 2018)

Como una buena película de mediano presupuesto que en otro tiempo sería una buena película de poco presupuesto, Operación Overlord sabe utilizar sus limitaciones de manera inteligente. Sus primeros minutos transcurren en la víspera del Día D, en el interior de un avión del ejército estadounidense lleno de soldados que están por descender en paracaídas sobre territorio francés ocupado por los nazis. Esta primera parte no hubiera estado fuera de lugar en un producto del Hollywood clásico: se concentra en darnos a conocer a sus personajes, un grupo de duros hombres en una misión a través de tersas y pequeñas interacciones.

Claro, no hay nada del Hollywood clásico en los cortes rápidos, la cámara temblorosa, los colores apagados y sucios, y los efectos visuales generados por computadora que nos muestran las decenas de aviones y barcos que hay en los cielos y en los mares. Ni tampoco en la vertiginosa y quizá excesiva imagen de uno de los paracaidistas cayendo desde el avión al agua en una sola toma mientras su avión es derribado y el fuego de artillería domina todo a su alrededor.

De un escuadrón entero, sólo cinco paracaidistas llegan a tierra. De esos cinco, uno de ellos pronto sucumbe a una mina terrestre. Queda entonces en manos del soldado raso Boyce (Jovan Adepo), el cabo Ford (Wyatt Russell), el francotirador Tibbet (John Magaro) y Morton Chase (Iain De Caestecker) completar la misión. Los soldados tienen personalidades más o menos distintas que se apegan a ciertos arquetipos, y todos evolucionan como personajes a lo largo de la historia (el arco emocional de Tibbet, que lo encuentra amistándose con un niño, es particularmente simpático), pero la verdad es que tuve que consultar Wikipedia para acordarme quién era cada uno. No cobran vida como individuos, sólo como grupo, lo cual probablemente es el punto.

Su tarea es simple pero no fácil. Deben derribar una torre de radio enemiga en una vieja iglesia en un pequeño pueblo; esto para darle una ventaja táctica a los Aliados que pronto desembarcarán en las playas de Normandía. Pero el pueblo está ocupado por un conjunto de soldados alemanes sorprendentemente numeroso. Los paracaidistas no cuentan con nadie más que ellos mismos y quizá con Chloe (Mathilde Ollivier), una mujer francesa que encuentran corriendo por el bosque. Chloe es tenaz y hábil, pero no confía en ellos de inmediato y además está cuidadosamente vigilada por el capitán Wafner (Pilou Asbæk) de las SS alemanas.

Operacion Overlord_1

Una de las secuencias más emocionantes de Operación Overlord es también una de sus más pequeñas. Wafner y sus subordinados entran a casa de Chloe y la empiezan a acosar. De repente escuchan un ruido que viene del ático, donde por el momento se esconden los estadounidenses. El director Julius Avery se concentra en los soldados que tratan de mantenerse inmóviles para no delatarse, y el momento se alarga creando un efectivo suspenso. Hay otra escena en la que Boyce vaga por la casa y se asoma al cuarto de la abuela de Chloe, quien se nos dice está enferma, lo cual no es toda la verdad. Este es un momento pequeño que funciona por lo que sabemos de los personajes (todavía no sabemos si Chloe es o no de fiar) y por la forma en que está fotografiado y editado.

En la parte de la película que introduce su elemento sobrenatural, mi interés, sin embargo, empezó a decaer. Boyce se introduce al sótano de la iglesia y descubre por qué hay tantos soldados alemanes en lo que sólo parece ser una pequeña iglesia en un pueblo olvidado. Pero aunque la iluminación introduce mucho drama y hay algunos efectos bien realizados e impactantes, todo se siente muy calculado, una obligatoria preparación para el verdadero plato fuerte, que es su clímax de acción. Claro que si anteriormente tenía reservas sobre la película, ésta última parte acabó con ellas. El final de Operación Overlord está lleno de sangre y carnicería, pero también encuentra verdadero júbilo en ver qué es lo más extremo que sus héroes y villanos pueden hacer con sus armas y sus cuerpos.

Operación Overlord es la más reciente producción de J.J. Abrams y su compañía productora, Bad Robot. Ambos son conocidos por un enfoque narrativo y de marketing llamado la “caja misteriosa” en el que elementos importantes de su historia son envueltos en un aire de secrecía e incertidumbre con la intención de despertar la curiosidad del público. Esto les funcionó de maravilla en películas como Avenida Cloverfield 10 (donde el misterio sugerido por el tráiler escondía otro misterio mucho más interesante), pero mucho menos en En la oscuridad Star Trek (donde el misterio no servía ninguna función en la historia).

Es por esta razón que escribí el primer borrador de esta reseña suponiendo que el elemento sobrenatural de su nueva película era también alguna especie de misterio. Pero el producto final es exactamente lo que el tráiler promete. La verdad es que no mucho se pierde revelándolo, pero tampoco hay mucho que se gane añadiéndolo a la historia. Operación Overlord pudo haber sido una simple historia sobre valentía en la Segunda Guerra Mundial y hubiera funcionado casi tan bien. Sí, al final es una película sobre un laboratorio secreto en el que producen soldados nazis inmortales. Puede que no tenga mucho más que ofrecer que muertes extravagantes y espectaculares para uno de los villanos más confiables del cine, pero tengo que admitir que eso fue suficiente para mí.

★★★