(Instant family; Sean Anders, 2018)

Hay un chiste en Familia al instante que vale la pena mencionar. Pete (Mark Wahlberg) y Ellie (Rose Byrne), son una pareja casada interesada en adoptar a un niño. En un evento diseñado con ese propósito específico conocen a Lizzie (Isabela Moner), una niña de quince años con dos hermanos menores, Juan (Gustavo Quiroz) y Lita (Julianna Gamiz). Pete y Ellie están listos para conocer más a los niños y quizá en un futuro recibirlos en su casa. Pero Lizzie y sus hermanos son de ascendencia latina, y a Pete le preocupa que al encargarse de ellos caigan en el cliché del “salvador blanco”, aquel mártir que se encarga de rescatar a una persona más necesitada, típicamente de color, convirtiéndose entonces en el centro de su historia. Pete trata de explicarse mediante una incoherente diatriba sobre la trama de Avatar de James Cameron tratando de explicarse.

Es un chiste que busca reírse de la torpeza e ineptitud de Pete, pero no lo logra del todo. Lo menciono, no porque sea un chiste muy original ni muy bueno, sino porque explica mejor que cualquier otro momento las intenciones y limitaciones de la película. Karen (Octavia Spencer), una de las trabajadoras sociales encargada del proceso de adopción, le dice que no importa; la prioridad es el bienestar de los niños, no cómo Pete y Ellie puedan sentirse al respecto. Es una reacción que exculpa a la pareja, pero no necesariamente a la película. Ésta, como una obra de ficción (aunque basada en una historia real, se nos dice al principio), es lo que inventó el conflicto en primer lugar.

Este momento llamó mi atención porque parece querer cumplir un propósito único y muy específico: decirnos que la película sabe cuáles son sus problemas y que está dispuesta a hacer algo al respecto. Otro de los personajes secundarios es una extensión de este espíritu. October (Ilza Shlesinger) es una rígida mujer soltera que participa en la capacitación para adopción junto con Pete y Ellie. Ella busca adoptar a un adolescente, preferiblemente afroamericano, y convertirlo en un atleta universitario. El chiste es que ésta es la trama de Un sueño posible, la película que le dio a Sandra Bullock su Óscar y una de las más explícitas y risibles historias de un “salvador blanco” de años recientes.

Familia al instante_1.png

Chistes como éstos serían más bienvenidos y graciosos si la película en verdad tratara de mostrarnos el mundo desde el punto de vista de los niños; si fueran Lizzie, Juan y Lita quienes se burlaran de los adultos y no los mismos adultos. O si los niños por lo menos tuvieran un poco de personalidad más allá de una característica superficial. Pero Juan nunca es mucho más que un atolondrado imán para accidentes que reacciona a todo con pavor–un síntoma de abuso quizá, excepto que la película no hace nada con eso–y Lita tuviera algo más que una obsesión con las papas fritas.

Como la mayor, Lizzie tiene algunos más matices. Queda implícito que ella sirvió como madre sustituta para su hermano y hermana, pues su autoridad constantemente choca con la de Pete y Ellie. Como una adolescente acostumbrada a ser tratada con lástima y condescendencia por adultos que cuidan de ella sólo para sentirse mejor o para recibir cheques del gobierno, ella se rehúsa a adaptarse a esta pareja que de repente le dice qué hacer; también desconfía de sus intentos de actuar paternal y amorosa. Pero Lizzie además es pragmática; cuando Pete y Ellie los visitan por primera vez, elle se comporta con sus mejores modales porque piensa que son una mejor alternativa a la familia con la que viven en ese momento.

Familia al instante demuestra tener un conocimiento práctico del proceso de adopción y sus instituciones (la historia real en que está basada le sucedió al director Sean Anders y a su esposa). Una parte importante se dedica a mostrar a Pete, Ellie y los demás aspirantes a padres: practicando primeros auxilios con muñecos, o reunidos en círculo para una dinámica que explica por qué los hermanos no deben separarse–de ahí que la pareja decida adoptar, no sólo a Lizzie, sino también a sus hermanos, a pesar de que se sienten rebasados en un principio. Detalles como éste hacen que la película se sienta informada y sensible, pero no necesariamente más humana o realista. Familia al instante parece más un video instructivo con actores cómicos para que todo se sienta más divertido y ligero.

La verdad es que todo esto más o menos funciona. Karen y su compañera Sharon (Tig Notaro), figuran constantemente y hacen un efectivo dúo cómico, con el personaje de Notaro siendo la contraparte mesurada y responsable al de Spencer, que para nada habla sin rodeos. Hay momentos verdaderamente dulces, por lo menos en concepto: cuando Pete y Lizzie destruyen una cocina para que la joven libere su estrés y ansiedad (él y Ellie trabajan en remodelación, digo a manera de explicación), o cuando Juan se hiere el pie con una pistola de clavos y la pareja reaccionan rápidamente para llevarlo al hospital.

Familia al instante_2.png

Los momentos en que Juan y Lita se empiezan a referir a Pete y Ellie como mamá y papá funcionan porque se sienten espontáneos y porque la película, que por lo general exagera sus emociones, para variar los trata con sutileza. El final de la película contribuye una idea que es obvia, pero a veces falsa de olvidar (cortesía de la estimada actriz de reparto Margo Martindale, quien interpreta a la mamá de Pete): que no basta con querer a alguien, a veces es necesario demostrarlo, sobre todo cuando se trata con niños como Lizzie y sus hermanos, acostumbrados a tener un techo, pero no necesariamente amor de familia.

La comedia física, una parte central de la colaboración previa de Wahlberg y Anders, Guerra de papás, es manejada con más tacto aquí. Sí hay una escena en que Pete lanza un balón de basquetbol que rebota y le pega en la cara a Juan en un plano abierto, pero la película por lo menos trata de lidiar con las consecuencias, mostrando a los padres potenciales tratando cómo sea de reparar el daño. El chiste, más que el golpe mismo, es su reacción desesperada.

Su toque más dulce y sus intentos de crear emoción genuina también hacen que los chistes escaseen y la película frecuentemente opte por lo seguro. Para compensar, quizá, se incluye una subtrama sobre un muchacho mayor de edad que acosa sexualmente a Lizzie y que termina con Pete y Ellie aterrorizando a un niño que confunden con el responsable (siendo justos, éste es de los pocos chistes bien planteados). Puede interpretarse como un intento de mostrarnos más de la vida de Lizzie, pero es claro que la película no está muy interesada en ella. Su conflicto más importante, su deseo de regresar con su madre biológica que acaba de salir de la cárcel, sería más efectivo si tuviéramos por lo menos una escengmaia con madre e hija juntas. Y es que a pesar de que Familia al instante trata de burlarse y criticar las historias sobre un “salvador blanco”, sigue siendo la historia de Pete y Ellie y no la de Lizzie, Juan y Lita.

★★1/2