(Creed II; Steven Caple Jr, 2019)

Creed II: Defendiendo el legado es una gran secuela disfrazada de una mediocre. Su trama parece ensamblada a partir de pedazos tomados al azar de las distintas secuelas de Rocky. La única diferencia siendo que el protagonista ahora no es el “semental italiano” Rocky Balboa (Sylvester Stallone) sino su pupilo Adonis (Michael B. Jordan), el hijo de su alguna vez rival y después mejor amigo Apollo Creed. Como en Rocky II, su héroe se acaba de consagrar peleando por el título de campeón mundial de boxeo y empieza a construir una familia al lado de su futura esposa. Como en Rocky III, se enfrenta prematuramente a un rival más fuerte y hambriento que él, y después de una dura reflexión (y muchos montajes de entrenamiento) encuentra la fuerza y determinación para enfrentarlo de nuevo. Y cómo en Rocky IV, el peleador ruso Ivan Drago (Dolph Lundgren), figura de manera importante; ahora como el entrenador de su hijo Viktor (Florian Munteanu), quien reta a Adonis por el título.

Era de esperarse que los hijos de Apollo Creed e Ivan Drago eventualmente terminaran intercambiando golpes. Ivan Drago no sólo venció a Apollo, también fue responsable de su muerte. Es en parte gracias a él que Adonis no haya tenido un padre al lado de quien crecer–el mismo Apollo no es carente de culpa: él tuvo a Adonis fuera del matrimonio y fue su viuda Mary Anne (Phylicia Rashad) quien terminó criándolo. Adonis siempre creció bajo la sombra del nombre Creed, y el guion de Juel Taylor y Stallone nos invita a preguntarnos qué es lo que lo motiva a aceptar el desafío de los Drago. ¿Busca venganza? ¿Construir su propio legado? Si es así, ¿cómo? ¿Es necesario que haga todo esto? ¿O es una respuesta desesperada a las provocaciones de un rival que sabe explotar sus puntos débiles?

El que sea un Drago quien lo rete añade un matiz al conflicto. Viktor es tan feroz y mortífero como su padre; si Adonis sube a enfrentarlo puede que no viva para contarla. Ahora que él y su prometida Bianca (Tessa Thompson) tienen una niña, no sólo corre el riesgo de sufrir el mismo fin que su padre, podría hacer que su hija crezca con la misma ausencia que él. Adonis y Bianca brillan como una pareja en pantalla, no sólo porque Jordan y Thompson son actores carismáticos, sino porque sus personajes evitan los conflictos artificiales que abundan en esta clase de películas. Quizá su mejor momento es cuando la recién nacida Amara recibe una prueba médica en el oído, para saber si ha heredado la discapacidad auditiva de su madre. Es devastador verlos reaccionar al peor pronóstico, pero inspirador que esto nunca ponga en duda su compromiso al otro y a la niña.

Steven Caple Jr. dirige Creed II con un estilo más convencional al empleado por Ryan Coogler (quien regresa como productor ejecutivo) en su predecesor de hace tres años. Las imágenes llamativas son pocas pero memorables, como la toma de Viktor entrenando frente a un espejo como si fuera dos personas diferentes, o las de Adonis sumergiéndose en una piscina como si se estuviera preparándose para renacer. Por otra parte, la preferencia por tomas estáticas y planos abiertos permite que los espacios se sientan más familiares, reflejo de una rutina más estable. Adonis no es el joven que era en la película anterior y la técnica de esta secuela lo refleja.

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Algo que no estaba preparado para ver en esta secuela fue el trato tan humano extendido hacia Ivan y Viktor. Sus escenas son pocas en realidad, pero contribuyen a construir motivaciones comprensibles. Los conocemos entrenando en el frío, en condiciones desesperadas hasta que el ambicioso promotor de boxeo Buddy Marcelle (Russell Hornsby) llega ofreciéndoles la oportunidad de recuperarlo todo con el combate contra Creed.

Brigitte Nielsen regresa como la exesposa de Drago en un papel pequeño pero intrigante. No podemos saber exactamente qué ocurrió entre ella e Ivan, pero la mirada anhelante de Lundgren–quien tiene muchas más oportunidades para mostrar emoción que en Rocky IV–nos dice como esta pérdida alimenta su deseo de, no sólo vencer a Adonis, sino destruirlo como hizo con su padre. Y Munteanu, en su primer largometraje, hace una gran impresión en el papel de Viktor. Sus ojos grandes y hasta inocentes se esconden bajo una mirada perpetuamente enojada; es menos una señal natural de fortaleza y superioridad que una postura que adopta para intimidar y esconder inseguridades que en el fondo no son tan diferentes a las que enfrenta Adonis.

Creed II no sería una película de Rocky si no terminara con un dramático enfrentamiento en el ring (una lección que la franquicia aprendió por las malas con Rocky V, la cual sostengo que está infravalorada). El trabajo de cámara y edición son efectivos: planos abiertos resaltan la proeza física del deporte, especialmente la nueva técnica que Adonis adopta para esquivar los golpes de su rival, mientras que tomas de los peleadores recibiendo golpes en cámara lenta acentúan el daño y desgaste que cada uno recibe. Pero lo que lo hace tan emocionante no es necesariamente la técnica, sino que es la culminación de todo lo que transcurrió fuera del cuadrilátero. Desde la canción de Bianca que lo acompaña al subir los escalones, a su nuevo estilo de pelea, cada elemento hace referencia a que, como hizo Rocky Balboa en la película original, Adonis Creed ganó su pelea antes de ponerse los guantes.

Pero el mayor cumplido que merece Creed II: Defendiendo el legado es que es posible hacer una amplia lista de sus virtudes sin tener que discutir directamente al personaje de Rocky. No es que Stallone no haga un buen trabajo. Viéndolo divagar cuando está de buen humor y no decir una palabra cuando no, recordé por qué es uno de los personajes más queridos del cine. Su afinidad por los malos chistes rinde frutos en un gag en el que pregunta sin ironía cuántos tipos se necesita para cambiar una bombilla. Hay tiernos momentos que continúan su historia en previas películas: él hablando frente a la tumba de su esposa Adrian (y su hermano Paulie) y buscando la fuerza para llamar a su hijo después de mucho tiempo. Pero en general, Stallone se muestra cómodo moviéndose hacia el segundo plano. Ésta en verdad es la película de Adonis.

★★★★