En México, las salas de cine se encuentran abiertas de nuevo, pero la contingencia sanitaria por COVID-19 continúa. Si deciden ver Spider-Man: Sin camino a casa, o cualquier película en cines, asegúrense de seguir las recomendaciones de higiene y seguridad pertinentes.


(Spider-Man: No Way Home; Jon Watts, 2021)

El Spider-Man del Universo Cinematográfico de Marvel siempre me pareció más interesante desde el ángulo corporativo. Desde 2002, cuando Sony estrenó su primera película sobre el superhéroe, Spider-Man ha sido quizá la propiedad más valiosa del estudio. Quizá por eso, cuando la trilogía dirigida por Sam Raimi concluyó en 2007, el estudio tardó solo cinco años en reiniciar la franquicia con un nuevo equipo creativo y un nuevo actor como Peter Parker/Spider-Man. El 2012 vio el estreno de El sorprendente Hombre-Araña pero también de The Avengers: Los vengadores, otra película basada en los personajes creados por Stan Lee y compañía y que vendría a popularizar el universo compartido como el nuevo modelo de la franquicia hollywoodense. El intento de Sony de hacer lo mismo con los personajes con cuyos derechos contaba fue recibido con críticas encontradas y una taquilla tibia y no procedió de acuerdo con los planes originales.

Sony podía tratar de resucitar a Spider-Man una segunda vez, o podía ceder su uso a Marvel, para entonces una subsidiaria de Disney. Dada la popularidad del personaje, hubieran podido obtener un trato bastante lucrativo en el corto plazo. Lo que terminó sucediendo fue una especie de punto medio, un ganar-ganar para ambas franquicias. Disney podía utilizar a Spider-Man en las películas de Marvel que producía y distribuía (librando el camino para Capitán América: Guerra Civil y Avengers: Infinity War y Endgame), mientras que Sony podía hacer películas en solitario situadas en el mismo universo y prestándose ocasionalmente de los personajes controlados por Disney. De esta manera, Sony podía aprovechar la popularidad del universo de Marvel y su expansiva narrativa para levantar el perfil de sus propios blockbusters de superhéroes, al mismo tiempo que se quedaba con la mayoría de la recaudación en taquilla.

Si algo distingue a las primeras dos películas de Spider-Man de esta era es un deseo de exprimir cualquier conexión al MCU. Spider-Man: De regreso a casa convirtió al Iron Man de Robert Downey Jr., el superhéroe más emblemático de la franquicia, en su coprotagonista. Peter Parker pasó del niño pobre de Queens al pupilo (o lacayo) del multimillonario Tony Stark. Por razones narrativas, su secuela Lejos de casa no pudo contar con Downey Jr. pero esto no evitó que la trama siguiera girando alrededor de él.

Como el tercer Spider-Man en menos de dos décadas, Tom Holland transmite una energía simpática e inocente, encontrando ese balance entre el ñoño incorregible de Tobey Maguire y el alegre fanfarrón de Andrew Garfield, pero sus películas pocas veces le han dado la oportunidad de cobrar verdadero protagonismo. Spider-Man: Sin camino a casa, lejos de no hacer nada para cambiar esto, está decidida a hacer todo lo contrario. Es una película que parece girar alrededor de la pregunta ¿cómo podemos llenar esta película de personajes que no sean este Peter Parker? O ¿cómo le sacamos el mayor provecho a las varias propiedades intelectuales que Sony controla?

Spider Man Sin camino a casa_1

Es difícil decir que Spider-Man: Sin camino a casa es una mala película cuando apenas y se siente como una película. No tiene una sola idea original, su mayor mérito es su capacidad de llenar dos horas y media con referencias a otras, mejores películas. Su premisa, prestada de la animación ganadora del Oscar Spider-Man: Un nuevo universo, es reducida a una excusa para traer de vuelta a los personajes de las dos encarnaciones cinematográficas previas de Spider-Man.

La historia, si puede llamársele así, arranca inmediatamente después de los eventos de Lejos de casa. Spider-Man ha vencido al supervillano Mysterio, pero éste, en un acto de venganza póstuma, ha utilizado los medios de comunicación para revelar su identidad secreta e incriminarlo de sus propios actos, poniendo a todo el mundo en su contra. Peter ya no puede tener una vida normal; sus planes y los de su novia MJ (Zendaya) y su mejor amigo Ned (Jacob Batalon) de estudiar la universidad juntos se ven frustrados cuando, ante la reciente controversia, ninguna escuela quiere nada que ver con ellos. Seguro de que ha arruinado, no solo su propia vida, pero también la de aquellos a quienes más quiere, Peter solicita la ayuda del Vengador con barba de chivo que queda, el doctor Stephen Strange (Benedict Cumberbatch)

Strange, algo contra su personalidad establecida, acepta utilizar su magia para que el mundo se olvide de que Peter Parker, es Spider-Man (la trama de la película puede entonces excusarse con la referencia de Los Simpson “un hechicero lo hizo”). Pero su hechizo no solo no funciona, sino que tiene consecuencias adversas. Supervillanos de otros universos son arrastrados al suyo: Otto Octavius/Doctor Octopus (Alfred Molina), Norman Osborn/Duende Verde (Willem Dafoe) y Flint Marko/Sandman (Thomas Haden Church) de las películas de Tobey Maguire y a Curt Connors/Lagarto (Rhys Ifans) y Max Dillon/Electro (Jamie Foxx), de las películas protagonizadas por Andrew Garfield.

El atractivo principal de Sin camino a casa es el de volver a ver a estos personajes, interpretados por sus actores originales. Pero la película se apoya tanto en referencias y se esfuerza tan poco en sus caracterizaciones que termina sin ofrecer nada que no se pueda obtener viendo de nuevo las películas anteriores. Más que nuevas situaciones, la película es un desfile de sus grandes éxitos. El cinismo corporativo se asoma en que el tiempo en pantalla de cada villano parece determinado por qué tan bien recordado es cada uno. Más que una carta de amor a los fans es un muy calculado intento de sacarles su dinero por un estudio que los da por sentado.

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Alguna vez hubo algo prometedor en la nueva era de Spider-Man. Particularmente su ambientación en la preparatoria y el elenco que había logrado ensamblar alrededor de Peter Parker. Pero personajes simpáticos, interpretados por actores bien elegidos se pierden en una película que no tiene tiempo para ellos. MJ, Ned y May Parker (Marisa Tomei) no tienen mayor personalidad que la novia, el mejor amigo y la tía de Peter Parker, respectivamente. El guion se parece más al de un mal sketch de Saturday Night Live que al de una película de alto presupuesto: su premisa una excusa para reunir personajes que tienen poco que ver entre sí, su humor una mofa irónica que atenta contra cualquier vínculo emocional con ellos (nótese cuando Dafoe repite un diálogo que encontró segunda vida como meme). No hay un drama coherente que una todo esto, el interés del público ha de sostenerse por la posibilidad de que Maguire o Garfield apareciendo en algún momento, comprobando o desmintiendo la especulación de internet.

Las películas de Raimi, sobre todo Spider-Man 2, siguen siendo de lo mejor que el cine de superhéroes tiene que ofrecer. Saltaban entre comedia, drama, romance, acción y hasta horror, pero partían de una base de sinceridad y plausibilidad. No trataban de emular nuestra realidad, construía la suya pero eran congruentes con ella. Su mezcla de tonos se sentía parte de un todo coherente, del complicado continuo de la vida de Peter Parker. Si el enfoque de Raimi puede tacharse de superficial no sé qué significa esto para Sin camino a casa, una película hecha sin asombro o emoción. Totalmente desinteresada en usar las posibilidades del medio para enriquecer su mundo de fantasía. Está tan ocupada en traer de vuelta a estos personajes que ni se esfuerza en hacerlos ver bien. Su secuencia más asombrosa es una en la que Spider-Man y el Doctor Strange pelean en una dimensión paralela que Strange puede manipular a voluntad y en la que la gravedad y la conservación de la materia parecen no tener lugar. Pero incluso ésta está levantada directamente de la propia película en solitario del Doctor Strange, que a su vez se prestaba liberalmente de los efectos visuales de El origen de Christopher Nolan.

Sin camino a casa usa la más extravagante magia y ciencia ficción como excusa para ensamblar imágenes que el público reconoce desde antes. La lógica parece ser que, si el público puede recordar otras películas que le gustaron, pueda convencerse de que le gusta esta película. Pero a pesar de sus fallas, tiene una dosis de sabiduría. En algún momento MJ le dice a Peter, “si esperas decepcionarte, entonces nunca podrás decepcionarte de verdad”. Es una actitud inteligente para tomar con el Universo Cinematográfico de Marvel. Marvel es más hábil creando expectativas que creando películas. Entré a Spider-Man: Sin camino a casa esperando un sólido, si no necesariamente extraordinario, blockbuster. Entretenido, emocionante y tal vez hasta emotivo. Algo más que un repetitivo ejercicio en la perpetuación de una marca. Tal vez ese fue mi error.