En México, las salas de cine se encuentran abiertas de nuevo, pero la contingencia sanitaria por COVID-19 continúa. Si deciden ver Uncharted: Fuera del mapa, o cualquier película en cines, asegúrense de seguir las recomendaciones de higiene y seguridad pertinentes.


(Uncharted; Ruben Fleischer, 2022)

Hay una razón por la que Los cazadores del arca perdida sigue siendo la mejor película de Indiana Jones y es porque en ella el director Steven Spielberg y los guionistas Lawrence Kasdan, George Lucas y Philip Kaufman se comprometieron puramente a la acción y la aventura (Lo mismo es técnicamente cierto para su precuela inmediata, El templo de la perdición, aunque aquella película es parcialmente socavada por dos enfadosos coestelares). Esto no quiere decir que Los cazadores del arca perdida solo tiene acción para ofrecer. Está también el terso y cínico carisma de su estrella Harrison Ford, el patético pero inteligente villano Belloq y el romance que emergía de las fuertes personalidades de Indiana y su coestelar femenino Marion Ravenwood. Entregas posteriores trataron de añadir drama convirtiendo a la serie en un asunto de familia, incorporando al padre y después al hijo ilegítimo de Indiana, con resultados menguantes.

Es un error que han repetido las franquicias que aspiran a llenar el hueco dejado por la serie, primero Tomb Raider: Las aventuras de Lara Croft de 2018 y ahora Uncharted: Fuera del mapa, ambas adaptaciones de celebrados videojuegos con elementos de historia, arqueología y viajes alrededor del mundo. Los videojuegos, particularmente aquellos de los grandes desarrolladores, tienen tiempo queriendo aspirar al cine. Juegos como Cyberpunk 2077 y entregas de la serie Call of Duty han cortejado a estrellas de Hollywood para aparecer en ellos. La palabra “cinematográfico” se usa frecuentemente como elogio a los aspectos visuales o la narrativa de un juego (suena como que las palabras de Roger Ebert les dieron a la industria donde más dolía). Pareciera que entre más se esfuerzan los videojuegos por emular el drama humano de una película, también lo hacen sus adaptaciones cinematográficas. Contrástese la seriedad con la que se toma la última versión de Tomb Raider con la disfrutable estupidez de las entregas con Angelina Jolie.

Nunca he jugado un videojuego de Uncharted, ni he pasado suficiente tiempo en Twitch viendo a alguien más jugarlo para decir que estoy muy familiarizado con los juegos. No puedo decir si Uncharted: Fuera del mapa de Ruben Fleischer es fiel a su espíritu, pero me da la impresión de que no es así, porque la película no parece tener un espíritu. Es floja e inofensiva, estelarizada por dos actores conocidos básicamente interpretándose a ellos mismos y recorriendo cada punto de su trama con obligación, pero no necesariamente con eficiencia. La mayoría de sus escenas se sienten como relleno, quizá porque opera bajo la impresión de que porque su protagonista habla mucho de su familia, éste nos va a interesar más y no menos. Viéndola, uno no tiene idea de qué es lo que hace especial a los juegos.

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Uncharted no solo es la historia de cómo Nathan Drake busca un tesoro perdido, también trata de ser la historia del vacío que le dejó la desaparición de su hermano mayor. Todo lo que uno necesita saber de los dos se dice muy torpemente en su primera escena juntos: que comparten un amor por la exploración, que crecieron sin padres y que son posibles descendientes del pirata Francis Drake. Pero los dos son atrapados mientras tratan de robar un mapa antiguo de un museo y Sam (Rudy Pankow) decide volverse un fugitivo antes de que las autoridades puedan llevárselo a otra parte.

Varios años después, Nathan malabarea las carreras de bartender y carterista hasta que llama la atención de Victor “Sully” Sullivan (Mark Wahlberg), un explorador mercenario y viejo socio de Sam que está tras la pista del oro que el portugués Fernando de Magallanes y su tripulación recolectaron en su intento de circunnavegar la Tierra. Pero esta fortuna también es codiciada por Santiago Moncada (Antonio Banderas), quien por ser descendiente directo de la familia noble que financió la exploración original siente que el oro de Magallanes le pertenece. Santiago Moncada es la clase de villano multimillonario que siente que puede resolver todo con dinero, pero la película le añade un lado de niño malcriado, desesperadamente buscando la aprobación de su padre, quien prefiere donar la fortuna familiar antes que heredársela a él. Para lograr su cometido, Moncada contrata Jo Braddock (Tati Gabrielle), quien como Chloe Frazer (Sophia Ali) es una de dos viejas conocidas de Sully que esperan obtener el tesoro antes que él.

Las ideas de confianza y traición recurren a lo largo de la historia. Drake aprende a hacer a un lado sus buenos instintos cuando se da cuenta de que Chloe y Sully preferirían dejarlo morir antes de dejarlo llegar primero al tesoro. No es que no quieran compartir, es que están seguros de que quien esté detrás de él no lo querría compartir tampoco. Pero esta idea es enunciada constantemente sin agregar mucho drama, intriga o diversión. La película es una constante persecución de artilugios, pistas y mapas, con poco tiempo para que sus personajes destaquen. Holland interpreta a Drake sin dejar la personalidad tierna y bonachona de su Spider-Man, lo que le da una incómoda ambigüedad a su caracterización, su acto de niño burlón contrasta con un lado más adulto y cínico que es difícil tomar en serio. Mark Wahlberg igualmente interpreta a Sully sin dejar de sentirse como algo más que Mark Wahlberg.

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La acción puede describirse como cumplidora. Las acrobacias y peleas cuerpo a cuerpo son refrescantemente prácticas, pero como director Fleishcer nunca saca verdadero provecho a las locaciones ni mantiene la cámara a la distancia adecuada para de verdad sentir el impacto de los golpes. La película añade una variación divertida a una secuencia en la que Nathan, Sully y Chloe buscan pistas antiguas por las calles de Barcelona: las catacumbas los llevan a un club nocturno y después a una pizzería de cadena, un recordatorio simpático de cómo las ciudades históricas se transforman con nuevos tiempos. La acción cerca del final, cuando Nathan cuelga de la parte trasera de un avión, y el clímax, en el que dos barcos transportados por helicópteros se enfrentan en los aires, son más emocionantes en concepto que en ejecución.

Vale la pena señalar que Uncharted tuvo una producción prolongada. Estuvo en desarrollo casi tan pronto como se estrenó el primer juego en 2007. Por la silla del director pasaron David O. Russell, Neil Burger, Seth Gordon, Shawn Levy, Dan Tratchenberg y Travis Knight, antes de poder salir de la fase de preproducción con Fleishcer a cargo (Wahlberg en un principio iba a interpretar a Drake en lugar de su mentor mayor). Viendo la película no se nota que fue una producción complicada, pero solo porque Fleischer–y el guion, por el que Rafe Lee Judkins, Art Marcum y Matt Holloway reciben crédito–remueve cualquier idiosincrasia o personalidad con tal de mantener la película en movimiento y cumplir el requisito de hacer una película de Uncharted.

Uncharted: Fuera del mapa no tiene mucho más que ofrecer a su público que aquello que éste ya reconoce: está hecha para quien aprecie el cameo de la voz original de Nathan Drake, la calcomanía del estudio Naughty Dog o las menciones y apariciones de personajes que llegó a apreciar en los juegos. Concluye de manera insatisfactoria, relativamente inconclusa y dejando hilos en el aire, quizá porque como muchas franquicias aspirantes, piensa que prometer una secuela basta para que el público se emocione por una secuela. Algo que Los cazadores del arca perdida no tiene pero Uncharted sí es amplio espacio para mejorar.


★★