En México, las salas de cine se encuentran abiertas de nuevo, pero la contingencia sanitaria por COVID-19 continúa. Si deciden ver Dog: Un viaje salvaje, o cualquier película en cines, asegúrense de seguir las recomendaciones de higiene y seguridad pertinentes.
(Dog; Channing Tatum & Reid Carolin, 2022)
Hubo un tiempo en el que Channing Tatum era apenas uno más en la lista interminable de potenciales estrellas masculinas. De esos con el corte de actor protagónico pero que no destacaban más que por su atractivo físico. Del drama juvenil de baile Step Up pronto se graduó a una abortada franquicia de acción con G.I. Joe–El origen de Cobra, literalmente interpretando a la versión de juguete de un soldado estadounidense. Entonces llegó el 2012. Ese año se estrenaron el remake paródico Comando especial y el drama de Steven Soderbergh Magic Mike. Ambas películas no solo llamaron atención a sus dotes para la comedia y caracterizaciones más serias (y el baile), también eran astutos juegos con las imágenes que lo encajonaban. Tatum abrazaba el rol del atleta musculoso que no parecía tener mucho cerebro o profundidad, burlándose de los clichés con inteligencia y revelando una sensibilidad y carisma dignos de una verdadera estrella de cine.
Hoy, Tatum es un rostro y personalidad reconocida. Pero se puede suponer que en otro tiempo, en un Hollywood en el que las estrellas individuales pesan más que las marcas o franquicias, se sentiría menos fuera de lugar. En una época en que los grandes estudios se nutrían de vehículos estelares modestamente presupuestados, con premisas simples que se pueden explicar en unas cuantas palabras, Tatum seguro tendría mayor oportunidad de brillar. Ahora, una película como Dog: un viaje salvaje, que encaja perfectamente dentro de este molde, apenas encuentra un hogar en Metro-Goldwyn-Mayer, hace tiempo desplazado de su lugar como uno de los grandes de Hollywood, y otras coproductoras.
A primera vista, Dog se antoja como un retorno a aquellas películas de los ochentas que emparejaban a sus estrellas con coestelares animales (piénsense en Turner & Hooch con Tom Hanks). En su presentación termina teniendo más en común con Magic Mike y La estafa de los Logan, las películas que el mismo Tatum hizo con Soderbergh y que combinaban premisas comerciales con una mirada empática a las precariedades de un sector específico de la población de Estados Unidos. Reid Carolin, quien escribió el guion de Magic Mike (y ha colaborado de cerca con Tatum en numerosos proyectos) escribe también Dog y la dirige al lado de la estrella.
Tatum interpreta a Jackson Briggs, quien fuera ranger del ejército de Estados Unidos y que como a mucho veteranos, le cuesta readaptarse a la vida de civil. Jackson trabaja preparando sándwiches en un local de comida rápida, ansiando el momento de que lo vuelvan a desplegar en Medio Oriente. Sus evaluaciones físicas lo impiden ser recomendado para volver a una zona de combate, pero espera que una buena opinión de su oficial superior pueda cambiar su situación. Tras la repentina muerte de su compañero Riley Rodriguez, su capitán finalmente le da una oportunidad. Si Jackson lleva a Lulu, la pastor belga de Riley, de la base de Fort Lewis en Washington, a su familia en Nogales, Arizona, el capitán hará la llamada que Jackson tanto ha estado pidiendo.

Lulu, siendo también un perro de servicio militar, comparte síntomas con Jackson y otros veteranos, particularmente el trastorno por estrés postraumático. Los ruidos fuertes la alteran y se torna agresiva cuando le tocan las orejas. Esto crea varias frustraciones para Jackson y su viaje por el oeste de Estados Unidos. En su primera parada destruye su jaula y destroza los asientos de su camioneta. En Portland, Oregón arruina su oportunidad de tener un trío con dos mujeres que practican sexo tántrico. Más adelante lo conduce al invernadero ilegal de mariguana de un hombre que termina inmovilizándolo.
Los escenarios son cómicos (Jackson termina platicando y consumiendo psicoactivos con el hombre del invernadero y su esposa) y hay inspirados acentos de comedia física, cortesía de Tatum cayéndose al suelo con ritmo y aplomo. Pero estos chocan incómodamente con sus impulsos más serios. La trama en general carece de la urgencia y tensión de otras comedias de carretera como Mejor solo que mal acompañado de John Hughes. Una secuencia en la que Jackson finge ceguera para conseguir una habitación gratis en un hotel de lujo y sus observaciones sobre la alienación y sufrimientos de los veteranos de la guerra, más que crear una rica mezcla de tonos, se cancelan. Su combinación de una comedia boba y un drama solemne solo dan lugar a un drama poco explorado y una comedia que solo esporádicamente da risa.
Incluso como comentario social, Dog es un tanto floja. Hay un intento deliberado de abordar cómo los soldados se sienten fuera de lugar en el Estados Unidos de ahora, haciendo referencia a las críticas que recibe como institución. No por nada Jackson visita la famosamente liberal ciudad de Portland, donde distintas citas potenciales lo tachan como un ejemplo de masculinidad tóxica y un peón de las petroleras. Pero las posibles críticas de la película se filtran a través de una timidez a alienar a un público más conservador. Algunos de sus chistes o la simpatía generada por sus personajes solo funcionan en la moral binaria inventada por los promotores de la guerra. Como muchas películas de guerra hechas en Estados Unidos, habla de los horrores que sufren sus soldados y poco o nada de los que cometen. Lulu atacando a hombres musulmanes es tratado como un chiste o apenas explorado.
Hay elementos de Dog que, sin duda, funcionan. Como directores, Carolin y Tatum frecuentemente dejan que la acción fluya en planos secuencia abiertos y con movimiento. Crean una sensación de realismo pero también dinamismo–uno que sigue a Jackson por el interior de la base de Fort Lewis es particularmente virtuoso. Cuenta con un guion bien estructurado a pesar de que (o precisamente porque), ni una vez dudamos para donde va; estos momentos familiares de hecho compensan la poca personalidad de su coestelar perruno. Su sentimental conclusión no se siente del todo merecida pero tampoco fuera de lugar. El trauma y las experiencias terminan creando un vínculo sincero entre su protagonista humano y su compañera canina. Y Tatum una vez más demuestra que puede hacer de un entretenido bufón y revelar matices de verdadera emoción. Aun si la película no es excelente, él sí lo es.