En México, las salas de cine se encuentran abiertas de nuevo, pero la contingencia sanitaria por COVID-19 continúa. Si deciden ver Todo en todas partes al mismo tiempo o cualquier película en cines, asegúrense de seguir las recomendaciones de higiene y seguridad pertinentes.
(Everything, Everywhere All At Once; Daniels, 2022)
La obra más conocida de Daniels (nombre profesional del dúo de directores Daniel Kwan y Daniel Scheinert) no es conocida principalmente como una obra de Daniels. Es el video musical para “Turn Down For What”, en el que la infecciosa canción de DJ Snake y Lil Jon obliga a una persona tras otra a bailar al ritmo y destruir cada uno de los pisos de un complejo de apartamentos. Daniels habían hecho varios videos previamente y desde ellos se notaba un estilo visual congruente. Su inclinación a conceptos simples pero llamativos y su chusco sentido del humor era evidente: el de “Houdini” para Foster the People muestra a la banda californiana siendo remplazada por titiriteros y después por robots a control remoto; en el de “My Machines” de Battles, un hombre cae por unas escaleras eléctricas por los casi cuatro minutos que dura la canción. Su disposición a lanzar todo en dirección de la audiencia, particularmente efectos visuales juguetones, encontró su mejor expresión en “Rize of the Fenix” del dúo cómico Tenacious D, que evoca una superproducción de fantasía con efectos por computadora deliberadamente incompletos. Pero en otros como “Simple Math” de Manchester Orchestra o “Simple Song” de The Shins, este maximalismo visual también lograba sintetizar historias sobre un evento traumático que revela complicadas relaciones familiares.
La obra de Daniels se siente muy atinada a su lugar y tiempo. Al lenguaje visual del internet, un lugar imaginario caótico y dispar, una masa de estímulos sensoriales que se pueden navegar en un instante–el comediante Bo Burnham capturó la experiencia genialmente con la canción “Welcome to the Internet”, que salta cómicamente entre un test de personalidad de los Power Rangers y teorías de conspiración sobre Obama y los inmigrantes, entre tantas otras cosas, para ilustrar estas paradójicas coexistencias. Es este caos lo que parece estimular el sentido del humor tan específico de generaciones recientes, particularmente los memes, con su ilimitada fuente de referencias y tenue lógica. En un ambiente como éste, el éxito viral de algo como “Turn Down For What” no solo parece merecido, también inevitable.

Algo queda claro con la transición de Daniels de los videos musicales (consumidos ahora principalmente a través del internet, antes en canales de televisión como MTV) al cine y es su capacidad de adaptarse al medio sin perder sus sensibilidades. Su primer largometraje, Un cadáver para sobrevivir de 2016, fue relativamente cohibido. Se concentraba en dos personajes perdidos en un bosque, aunque uno de ellos era un cadáver resucitado que se dedicaba principalmente a tirar flatulencias. Todo en todas partes al mismo tiempo, su nueva película, comparativamente tira la casa por la ventana, como podría sugerir su título.
Todo en todas partes al mismo tiempo empieza como un drama independiente convencional, y aunque es un escenario que pronto deja, es también lo que la mantiene aterrizada. Evelyn Wong (Michelle Yeoh) es una inmigrante china en Estados Unidos que administra una lavandería al lado de su esposo Waymond (Ke Huy Quan). Evelyn lidia con muchas presiones: además de la atención diaria del local y sus clientes, con las que Waymond no parece ayudar mucho, también tiene que lidiar con su exigente padre, Gong Gong (James Hong) y una reciente auditoría fiscal. A su hija Joy (Stephanie Hsu), quien trata de presentarle a su nueva novia, no puede dedicarle tiempo. La secuencia inicial, que salta entre diálogos en chino y en inglés, y entre la desgastada maquinaria de la lavandería y el atestado apartamento en la trastienda que Evelyn comparte con la familia, es una hábil recreación de un ataque de ansiedad.
Y la película solo se vuelve más caótica. Camino a su reunión con Deirdre (Jamie Lee Curtis), la auditora, Waymond resulta poseído por una versión de él de un universo paralelo. Este Waymond la alerta de un ente maligno llamado Jobu Tupaki, que amenaza con destruir todos los universos habidos y por haber, el de ella incluido. Evelyn, por supuesto, se muestra incrédula al principio, pero pronto acepta su tarea de rescatar al multiverso, accediendo a las habilidades de otras versiones de sí misma: una Evelyn estrella de cine y maestra de kung-fu, una cocinera de teppanyaki con increíble destreza, y una cantante con un inhumano control de la respiración. En un ejemplo del ridículo humor de Daniels, esta conexión es solo posible a través de un acto improbable y azaroso (partiendo de la idea de que cada decisión importante crea un universo paralelo, una acción improbable le permite saltar de uno a otro; casi tiene sentido). Para acceder a sus distintos poderes, Waymond y Evelyn hacen cosas como comerse un labial o hacerse cortadas de papel entre los dedos.

Todo en todas partes al mismo tiempo teje irreverencia tras irreverencia. El agujero negro con el que Jobu Tupaki busca extinguir los universos está moldeado a partir de un bagel; éste es el nivel de seriedad que maneja la película. Pero Daniels también aprovechan para rendir homenaje a distintos géneros cinematográficos, particularmente al cine de Hong Kong. La acción toma pauta de las películas de artes marciales, mientras que momentos más emotivos se prestan del estilo de los dramas románticos de Wong Kar-wai. Siendo Michelle Yeoh una de las estrellas más reconocidas en emerger de esta industria, Todo en todas partes al mismo tiempo se siente como su propia versión de El peso del talento.
Por diseño, Todo en todas partes al mismo tiempo es abrumadora. Pero nunca pierde su rumbo porque el multiverso siempre es una efectiva metáfora del sentir de Evelyn y su familia. Nunca deja de ser ese drama familiar que conocemos al principio. Un universo paralelo (particularmente aquel en que es una estrella de cine) se convierte en una oportunidad para que Evelyn contemple aquella vida que pudo haber tenido, o uno en el que su pareja no es la figura inútil o impotente que considera. El bagel/agujero negro alude al fatalismo juvenil de Joy y después de su madre, pero también a la ansiedad de su separación. Y su enfoque maximalista, sentimental y cursi, violento y vulgar, absurdo y bobo, a cómo hay sentimientos que no podemos dar forma y mucho menos expresar salvo una catarsis muy poderosa (sus varios chistes aislados culminan en un bombardeo de remates cómicos y emocionales). Sea una recreación de Ratatouille con un mapache o un salto que culmina con una inserción anal, Todo en todas partes al mismo tiempo logra que cada una de sus piezas se sienta que tiene una razón de ser. Caótica cuando es vista de manera aislada, pero un precioso tejido de colores cuando se le aprecia como un todo. Es una historia que se pudo haber contado de muchas formas, pero que, en su presente estado, habla con la singular voz de sus directores. Y de su tiempo.