En México, las salas de cine se encuentran abiertas de nuevo, pero la contingencia sanitaria por COVID-19 continúa. Si deciden ver Men: Terror en las sombras o cualquier película en cines, asegúrense de seguir las recomendaciones de higiene y seguridad pertinentes.


(Men; Alex Garland, 2022)

Men: Terror en las sombras toma las bases del horror folclórico para tratar el sufrimiento muy generalizado y universal de una mujer a manos de los hombres. El título pareciera decirlo todo (“Men” es “hombres” en español después de todo). Jessie Buckley interpreta a Harper, una mujer que llega a un retirado pueblo en la campiña británica con la intención de pasar un tiempo de aislamiento y sanación. El inicio de la película la muestra siendo testigo de un evento suficientemente traumático: un hombre cae desde el piso superior de su edificio de apartamentos. El antecedente y las secuelas de esta ocurrencia son presentadas poco a poco a través de flashbacks.

En la pequeña villa de Cotson, Harper es recibida por Geoffrey (Rory Kinnear), su simpático aunque algo ansioso casero. Su primera interacción, mientras él le da un recorrido por la casa, tiene un par de momentos de incomodidad: Geoffrey la regaña por la manzana que Harper acaba de tomar de un árbol en la propiedad, esto resulta ser una broma (es “fruta prohibida” dice, un llamativo paralelo bíblico que actúa como un llamado a la interpretación simbólica); más adelante pregunta por el esposo de ella, cosa que claramente la incomoda. Geofrrey pareciera no tener rastros de malicia, pero la película igualmente se identifica con la incertidumbre y la incomodidad de ella. Se trata menos sobre como “todos los hombres son iguales” y más sobre cómo Harper, como muchas mujeres, se debe mantener alerta en sus interacciones diarias como mecanismo de defensa. La película no busca construir villanos simples sino capturar ese sentir subjetivo.

Harper queda impresionada con la casa. Los interiores, pintados de rojo, contrastan drásticamente con los tonos rústicos del exterior, pero también construyen una continuidad con los traumáticos recuerdos de Harper. El director Alex Garland y el cinefotógrafo Rob Hardy usan tonos naranjas para las escenas en las que el esposo de Harper, James (Paapa Essiedu), después de que ella dice que quiere divorciarse, amenaza con suicidarse y le pega. Venimos a asociar, incluso un precioso atardecer que se asoma, con el sufrimiento de ella. Este uso del color también hace que los bosques por los que Harper se pasea se sientan más acogedores y seguros. Los verdes brillan y resaltan con vida a pesar de los cielos nublados. Es como un sueño lleno de vida y donde Harper parece encontrar cierta paz y despreocupación. Pero después de adentrarse a un túnel y jugar con el eco de su voz, ella nota una figura masculina que la sigue; después se aparece en una construcción abandonada por la que pasa y después en el patio de la casa donde se hospeda.

Men Terror en las sombras_1

Para entonces se empieza a asomar una rareza en el pueblo. Todos los hombres comparten una apariencia similar y de hecho todos son interpretados de una forma u otra por el mismo Rory Kinnear (incluso un muchacho adolescente en lo que parece un remplazo digital de rostro en postproducción). Dado el énfasis de la película en el bosque, es como si parecieran haber brotado de la misma tierra o, para emplear una de las mismas metáforas de la película, como si fueran floretes de un mismo diente de león.

Men está menos interesada en lecturas simples y respuestas fáciles y más en una atmósfera sombría y libertad de interpretación. Su desinterés en la claridad de su metáfora es un punto a favor, pues la hace más inquietante. Nos remonta a un pasado lejano y alude a algo que nace de la tierra y evade la comprensión; un duelo espiritual que se ha estado peleando desde el inicio de los tiempos. Es como si Garland, en lugar de denunciar un mal social y hacer una parábola sobre la violencia masculina, quisiera compartir un monstruo inquietante que se encontró repasando mitología y arquetipos, pero sin descuidar la experiencia de su protagonista.

Llaman la atención su uso de los tallados en una iglesia: símbolos antiguos, uno masculino y uno femenino. El primero, su monstruo, un símbolo de renacimiento, captura la sensación de que éste monstruo se aparece en todos los hombres que Harper se encuentra. Leída desde la experiencia masculina, puede entenderse como una parábola sobre como aquello que nos hace sentir vulnerables y derrotados nos puede hacer caer en la manipulación emocional. La película puede ser una versión más explícita de lo que era el subtexto en los dos trabajos anteriores de Garland como director: Ex Machina se trataba en cierta forma de una mujer atrapada entre dos hombres que buscaban controlarla, Aniquilación del duelo y la una tristeza profunda que se manifestaba físicamente a través de un concepto de ciencia ficción. Men: Terror en las sombras puede no ser su película más fresca o mejor lograda, pero el cambio de género le permite explorar estos temas con nuevas emociones e ideas visuales.


★★★1/2