(Guardians of the Galaxy Vol. 3, 2023)

No es obvio hoy, pero hubo un momento en el que Guardianes de la galaxia fue una propuesta más o menos arriesgada, por lo menos financieramente. Los personajes insignia del Universo Cinematográfico de Marvel (Iron Man, Capitán América, Thor) no eran los superhéroes más conocidos cuando se estrenaron sus primeras películas, pero por lo menos tenían una larga historia en los cómics como los protagonistas de sus propios títulos. Los Guardianes de la Galaxia, en la configuración de la película, habían aparecido aquí y allá en historias centradas en otros personajes antes de aparecer como equipo en 2008, seis años antes de su debut en la pantalla grande. Para propósitos de un blockbuster hollywoodense eran prácticamente desconocidos.

La elección de director también fue poco convencional. Antes de Guardianes de la galaxia, James Gunn había pasado por la fábrica de cine de explotación de Troma y sus créditos más taquilleros habían sido sus guiones para las películas de Scooby-Doo. No obstante, Guardianes de la galaxia fue un resonanten éxito y sigue siendo de lo mejor que el MCU tiene que ofrecer. Más importante, Gunn se adueñó de los personajes de una forma que pocas veces pasa en las grandes franquicias del cine. Su mezcla de sentimentalismo sincero con humor un poco pasado de tono, acompañada de una banda sonora de éxitos setenteros, lograron que este grupo extraterrestre de criminales que encuentran una familia entre ellos se ganara el cariño del público casi instantáneamente.

En manos de Gunn, la irreverencia de sus personajes era una expresión de personalidades bien delineadas. Sus caracterizaciones en Avengers: Infinity War o Thor: Amor y trueno, muestran lo difícil que era lograr este tono. Eran películas del mismo universo en las que los Guardianes figuraban de manera importante, pero sin Gunn como guionista ni director, sus dinámicas rápidamente se volvían enfadosas y anónimas. Ahora, Gunn regresa a estos personajes tras un periodo más largo de lo esperado. En 2018, un año después del estreno de la secuela Guardianes de la galaxia Vol. 2, Gunn fue despedido de una tercera película recientemente anunciada cuando Disney cedió a la presión de comentaristas de derecha denunciando sus (vale la pena reconocerlo, terribles) tweets pasados–la pérdida de Marvel fue ganancia para DC, su rival eterno, que lo contrató para dirigir la sólida El escuadrón suicida y ahora para encabezar su renovado intento de universo cinematográfico.

Guardianes de la galaxia Vol 3_1

Se agradece que Gunn haya tenido la oportunidad de continuar y potencialmente cerrar la historia de los personajes que presentó a la pantalla grande, aunque esto es solo en principio. En comparación con sus dos excelentes predecesores, Guardianes de la galaxia Vol. 3 es un marcado retroceso, que sucumbe a un desesperado sentido del humor (más en línea con el resto de Marvel que con la juguetona sensibilidad de Gunn), una historia apurada y torpemente estructurada y atajos cínicos para manipular la emoción del público.

Al inicio de la película, los Guardianes de la galaxia, compuestos por Peter Quill/Star-Lord (Chris Pratt), Drax el Destructor (Dave Bautista), Nebula (Karen Gillan), Mantis (Pom Klementieff), Groot (voz de Vin Diesel) y Rocket Raccoon (voz de Bradley Cooper) se han instalado en Knowhere, una ciudad construida en una cabeza flotante en el espacio. Pero su paz es interrumpida cuando el ser cósmico Adam Warlock (Will Poulter) literalmente cae del cielo con la misión de capturar a Rocket. Los Guardianes logran vencerlo temporalmente, pero no antes de que Adam pueda herir seriamente al mapache.

Aquí la película desciende a una caótica búsqueda de objetos, justificada por explicaciones pseudo-tecnológicas, y empieza a perderme. Ya que Rocket es un organismo modificado robóticamente y programado por computadora, no pueden operarlo sin desactivar el interruptor de emergencia que tiene instalado. Rocket pasa mucho de la película en coma mientras los Guardianes van de un lugar a otro en busca de un objeto (y después otro) que tal vez tenga el código para anular su programación. La muerte potencial de uno de sus personajes principales es tratada en más o menos los mismos términos que una computadora descompuesta. No ayuda que sus aventuras, primero en una estación espacial que parece hecha de tejido orgánico y después en un suburbio estadounidense poblado por animales antropomórficos, se sientan superfluas.

Es tiempo que se podría haber empleado mejor, considerando su duración de dos horas y media. Aunque las emociones de la película giran alrededor de Rocket, mucho de su desarrollo ocurre, no en la narrativa principal, sino a través de flashbacks que llenan su historia de fondo: De pequeño, Rocket fue uno de los experimentos del Alto Evolucionario (Chukwudi Iwuji), un científico loco cuya obsesión con crear una sociedad perfecta lo llevó a hacer barbáricos experimentos genéticos con animales.

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Guardianes de la galaxia Vol. 3 trata de conmover con un mensaje sobre la crueldad hacia los animales. Si bien éste es encomendable, también es articulado de la manera más floja posible. Sus personajes animales, los amigos que Rocket hace mientras está bajo la custodia del Alto Evolucionario, tienen poca o ninguna personalidad. No tienen mucho que hacer más allá de una escena en la que miran hacia arriba desde sus jaulas y sueñan con un mundo mejor. En las malas películas es señal indiscutible de que un final despiadado y devastador les espera. Es un truco barato, no hay mérito en tomar un perro y amenazarlo para sacarle una reacción emocional a alguien más.

Las primeras dos películas de los Guardianes se centraban tanto en Peter Quill, por lo que se aprecia que por una vez la atención se desplace a alguien más. Las historias de Peter podían ser convencionales, pero por lo menos eran llevadas a cabo con enfoque y claridad. Dos de los momentos más potentes de Guardianes de la galaxia Vol. 2 (la revelación de Ego, el regreso de Yondu), funcionaban porque la película se daba el tiempo para plantear sus sentimientos y seguir de cerca su evolución. Tal cosa no ocurre aquí con Rocket. Pasa tanto tiempo desconectado de todo lo que pasa que se siente fuera de lugar en el clímax, incluso siendo el único con una relación con el villano. El que el Alto Evolucionario interactúe tan poco con los héroes que están más involucrados en la acción tampoco ayuda, se pierde en el fondo.

Guardianes de la galaxia Vol. 3 tiene una que otra buena idea. Adam Warlock es más o menos simpático como el villano que aprende a cuestionar su misión al ver de cerca a la compasión de los Guardianes. Es una variación más del tema de la familia encontrada que resonó tanto en las primeras dos películas. Pero es un arco narrativo que es aludido, y no propiamente dramatizado, una constante en esta película. Ninguno de los Guardianes tiene en realidad mucho que hacer. La relación entre Peter y Gamora (Zoe Saldaña), está ahí para llenar los huecos creados por Infinity War y Avengers: Endgame–donde Gamora fue remplazada por una versión de sí misma del pasado–y no porque algo importante pase en ella. Extrañamente, el único planteamiento que es resuelto efectivamente involucra al personaje secundario de Sean Gunn, quien al principio de la película se pelea con su compañera Cosmo (voz de Maria Bakalova), una perra con la capacidad de hablar y telequinesis, mientras trata de dominar la vieja arma de Yondu, su anterior jefe.

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Por más que las películas anteriores habían hecho el esfuerzo de que los Guardianes se sintieran como una verdadera familia, nunca se habían sentido tan fragmentados como lo hacen aquí. Cada uno está en su propia sintonía, habitan historias que no se complementan. Hay un cansancio y aburrimiento en los procedimientos, sus finales respectivos no se sienten como una expresión de sus deseos sinceros, sino como ocurrencias de último minuto. Los chistes solo en ocasiones se sienten como una expresión de sus personalidades; en su mayoría se sienten como sketches torpes que frenan en seco la acción. La selección musical, que antes tenía un componente emocional como la conexión de Peter a la Tierra de su infancia, ahora es una serie de canciones pop curada sin una razón de ser.

Mucho se ha dicho ya sobre la falta de estilo en las películas de Marvel. Siempre fue un error que en una serie sobre seres y poderes extravagantes, basada en las coloridas páginas de los comics, impere un realismo mal entendido en su trabajo de cámara e iluminación. El resultado ha sido un conjunto de películas con colores apagados; que usa efectos visuales y el diseño de producción para conjurar mundos imposibles de manera más o menos convincente, pero que deja que la acción transcurra en el mismo tipo de planos cerrados, cortados con más eficiencia que dinamismo.

Guardianes de la galaxia Vol. 3 puede presumir un plano secuencia (en sí un cliché actualmente) que muestra a los Guardianes despachando a una serie de enemigos en la nave del Alto Evolucionario, y en el que la cámara lenta y el lente angular hacen un énfasis dramático en sus poderes y habilidades. Es una escena de acción más o menos llamativa y emocionante, pero es muy poco y muy tarde. Las dos películas anteriores tampoco eran una gran maravilla de estilo y técnica, pero se podía pasar por alto sus fallas porque los personajes eran carismáticos y las historias emotivas y bien contadas. Eran productos comerciales, pero Gunn se sentía como un niño divirtiéndose con su enorme colección de juguetes. Aquí se nota demasiado desesperado. No busca emocionar, solo que el público no se aburra.


★★1/2


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