(Mission: Impossible – Dead Reckoning Part 1; Christopher McQuarrie, 2023)

Las películas de Misión: Imposible son un contraargumento contundente a lo que se suele decir sobre las secuelas; a pesar de ser una franquicia hollywoodense con siete entregas ya, en ninguna de ellas se nota fatiga creativa o la sensación de que su época de gloria ha pasado y que lo único que la sostiene es la avaricia del estudio. Con una excepción, es un intento genuino de superar los méritos de la anterior. Aunque basada originalmente en una serie de televisión estadounidense de los sesentas, Misión: Imposible es ahora sinónimo de Tom Cruise, la estrella y productor que desde 1996 ha interpretado al espía Ethan Hunt. La serie es un vehículo para cualquier acrobacia en la que se le ocurra desafiar la gravedad para deleite del público cinematográfico mundial. La secuencia del robo de la primera película fue un clásico instantáneo e inspiró decenas de parodias, pero Cruise insiste en ir más allá: trepando el edificio más alto del mundo, aferrándose a un avión en despegue o colgando de un helicóptero.

La figura de Tom Cruise ha seguido una trayectoria igualmente improbable. Se supone que las estrellas de cine pierden vigencia a medida que envejecen. Pero Cruise sigue defendido su posición a capa y espada, al punto de que se suele hablar de él como la última estrella de cine en un mundo de franquicias y marcas (Misión: Imposible es una franquicia, pero una extensión de Tom Cruise en lugar de lo opuesto). Después de todo, fueron él y Top Gun: Maverick a quien se le atribuye (hiperbólicamente, pero no sin fundamentos) haber salvado los cines después de que empezara la pandemia por COVID-19.

La trayectoria juega a su favor: al nombre de Tom Cruise lo respaldan décadas de éxitos. Su peso en la taquilla le da la libertad de hacer películas en sus propios términos, un privilegio gozado por pocos. Afortunadamente para nosotros, su público, Cruise transmite un profundo respeto por lo que implica hacer cine de entretenimiento y una inteligencia para rodearse con capaces colaboradores. No basta con que en entrevistas insista en lo mucho que ama el cine, las mismas películas lo reflejan.

Parte de lo que hace tan especial a la serie de Misión: Imposible es su elección de directores y cómo cada uno de ellos se ha esforzado por imprimirle su sello personal. La primera Misión: Imposible, con su enredada intriga, juegos con la mirada y fotografía de dioptría dividida, es sin duda una película de Brian De Palma. Misión: Imposible 2 tiene todo el melodrama, explosiones, balazos y palomas que uno espera del director hongkonés John Woo. J.J. Abrams llenó Misión: Imposible 3 (la más floja de la serie, pero igualmente sólida) de cámara temblorosa, cortes rápidos y destellos de luz. Y el tono ligero y ágil movimiento que Brad Bird le dio a Misión: Imposible – Protocolo fantasma la pone en línea con sus películas animadas para Pixar.

Misión Imposible Sentencia Mortal Parte 1_1

Por un momento, parecía que la rotación de directores sería parte permanente de la fórmula. Christopher McQuarrie se convirtió en la excepción, pues después de Misión: Imposible – Nación secreta de 2015, regresó para Misión: Imposible–Repercusión de 2018. No es que McQuarrie sea un mejor director que sus predecesores, pero sí es el que mejor entiende y complementa a Cruise. Si alguien iba a repetir la tarea, tenía que ser quien lo dirigió previamente en Jack Reacher: Bajo la mira y colaboró en los guiones de varias de sus películas anteriores. Cruise y McQuarrie están en sintonía como pocas duplas de estrella y director del cine comercial actual. Su emparejamiento se siente como una verdadera colaboración.

McQuarrie regresa de nuevo para Misión: Imposible – Sentencia Mortal Parte 1 y para la parte dos que se espera el próximo año. Aunque la duología no ha sido confirmada como el final de la serie, la primera parte si apunta a una ambición y finalidad que uno pocas veces ve en una película de una gran franquicia. Tom Cruise tiene sesenta años ya, aunque su rostro y sus actos temerarios no necesariamente lo reflejen. Sentencia Mortal Parte 1 no se siente como una aventura más sino como una declaración contundente sobre el lugar de Cruise en el panorama cinematográfico.

Repercusión, intencionalmente o no, también jugó un poco con ello en su elección de villano. La película enfrentó a Cruise con Henry Cavill, un actor veinte años más joven y que por su participación como Superman en las películas de DC carga consigo la asociación con el cine de superhéroes que hasta hace poco dominaba abrumadoramente la taquilla. La victoria de Hunt sobre su John Lark servía también para enfatizar la victoria simbólica de la estrella de cine tradicional.

En Sentencia Mortal Parte 1, el villano es la inteligencia artificial, un término nebuloso adoptado por muchas tecnologías que han aparecido recientemente en prácticamente toda actividad humana y el cine no es la excepción. Las películas toman mucho tiempo en hacerse, por lo que es un tanto absurdo pensar que Sentencia Mortal Parte 1 es un comentario directo sobre los intentos de Hollywood por incorporar la inteligencia artificial a sus prácticas, aunque el público probablemente no lo vea de esa manera. Por azar o por previsión, la película le queda como anillo al dedo a este momento.

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Esta desconfianza de la tecnología queda cimentada desde la primera secuencia de la película. En el interior de un submarino ruso, la tripulación pone a prueba un avanzado sistema de camuflaje automatizado que les permite navegar sin ser detectados por el enemigo. Su único indicio del mundo exterior son sus propias consolas de navegación: pantallas y computadoras que pueden fallar y engañarlos, cosa que finalmente hacen con resultados catastróficos. Es una secuencia tensa y claustrofóbica que evade los clichés de la acción hollywoodense contemporánea; en lugar de mostrarnos una imagen espectacular, juega con lo que no podemos ver.

Las herramientas de vigilancia tecnológica (cámaras de seguridad, reconocimiento facial) y comunicación digital, usadas por sus héroes de manera tan casual en entregas anteriores, ahora exponen sus fallos y se vuelven en su contra gracias a la Entidad, una inteligencia artificial que se ha salido de control. Esto funciona como un intento de la serie por cuestionarse a sí misma, pero también como una de esas desafortunadas e inesperadas dificultades que Ethan y compañía siempre deben sortear.

De manera curiosa, estas corrupciones de la tecnología guardan cercanos paralelos con las herramientas que Hollywood ha tratado de adoptar en la vida real. En una persecución en el aeropuerto de Abu Dabi, Emiratos Árabes Unidos, los compañeros de Ethan, Luther Stickell (Ving Rhames) y Benji Dunn (Simon Pegg) hackean el video de las cámaras de seguridad, insertando el rostro de Ethan en el cuerpo de otra persona para despistar a los agentes que lo persiguen. En una secuencia posterior, la Entidad adopta la voz de Benji para engañar a Ethan y dirigirlo a una trampa. Podemos pensar en la tecnología que se usó para rejuvenecer el rostro de Harrison Ford para Indiana Jones y el dial del destino, o la que recreó la voz de James Earl Jones y Mark Hamill para las series de Star Wars en Disney+.

Tiene poco sentido tratar de explicar la trama de Sentencia mortal porque se apega tan de cerca a la fórmula de la serie; lo único que cambia son los nombres. De nuevo hay una amenaza para el orden global y de nuevo Hunt debe detenerla a través de una enredada serie de intrigas, peleas y espectaculares proezas físicas. Regresan viejos aliados y rivales: Luther y Benji, así como la agente del MI6 Ilsa Faust (Rebecca Ferguson) y la traficante de armas Alanna Mitsopolis (Vanessa Kirby).

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Incluso con un elenco más poblado y más elementos en juego, la película se desenvuelve con confianza y claridad. Pom Klementieff aparece como una feroz secuaz enemiga y Shea Whigham como un agente de gobierno con la tarea de capturar a Ethan. Ambos hacen una buena impresión y tienen arcos emocionales bien trazados. Pero es el personaje de Grace (Haley Atwell), una egoísta ladrona atrapada entre las distintas fuerzas que esperan apoderarse y controlar a la Entidad (en un toque de realismo, queda claro que el peligro no es la tecnología misma, sino los poderes políticos que buscan explotarla para sus propios fines) y por las circunstancias viene a involucrarse en una misión que la supera, quien resulta su adición más importante. Es ella quien proporciona el hilo narrativo y dramático de la película. Cruise aparece primero en los títulos, pero Sentencia Mortal Parte 1 es la historia de Grace.

Grace es también un ejemplo de lo que hace a esta serie tan especial y a Tom Cruise tan diferente de otras estrellas de cine actuales: esa voluntad de compartir los reflectores, dejar que sus compañeros de escena igualmente brillen. Compárese a Sentencia Mortal Parte 1 con Rápidos y furiosos 10, una películas presuntamente sobre la familia pero en la que Vin Diesel termina siendo la única figura que importa. Incluso cuando las acrobacias convierten a Cruise en el centro de atención, no dejan de sentirse generosas y vulnerables. El heroísmo de Ethan Hunt no está en lo que puede hacer, sino en lo que está dispuesto a hacer. Tiene permiso de mostrarse preocupado y falible. Cruise, por su parte, parece dispuesto a darlo todo físicamente con tal de asombrar al público.

Si Sentencia Mortal Parte 1 tiene un mensaje, es éste. La serie ha dejado atrás los thrillers concisos y placenteros para dar lugar en una épica de ciencia ficción sobre un hombre que se rehúsa a ser vencido por una máquina. Ethan Hunt no solo busca salvar al mundo como el típico héroe de acción, sino redimir a la humanidad ante una inminente distopia tecnológica, y la película es una celebración de las tangibles proezas del cuerpo humano. Quizá buscando hacerle justicia a la escala de esta contienda, las referencias bíblicas de películas anteriores (al libro de Job en Misión: Imposible, a los apóstoles en Repercusión) dejan de ser casuales para pasar al frente y al centro: el acceso a la Entidad es una llave dorada con forma de cruz; su principal agente comparte nombre con el ángel Gabriel, el encargado de cumplir la voluntad de Dios.

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Incluso cuando el concepto y la trama pueden ser absurdas, McQuarrie logra que la película se mantenga aterrizada y más o menos realista. Desde Nación secreta, McQuarrie le ha dado a la serie una atmósfera un poco más seria y sombría inspirada en thriller clásicos. Fraser Taggart, el director de fotografía de Sentencia Mortal Parte Uno, no tiene una trayectoria tan larga y celebrada como Robert Elswit o Rob Hardy (con quienes McQuarrie hizo sus dos entregas anteriores), pero él y McQuarrie idean un atrevido experimento visual al fotografiar la película con abundantes planos holandeses (con la cámara inclinada, de manera que el horizonte aparece de lado), amplificando la desorientación y paranoia que plantean la trama. Las escenas de diálogo están filmadas principalmente en primero planos, y las imágenes individuales pueden ser un poco planas, pero McQuarrie y el editor Eddie Hamilton se sostiene en ellas por momentos prolongados y se rehúsan a cortar a planos abiertos, contribuyendo a cierta claustrofobia.

Sentencia Mortal Parte 1 es muestra de lo que el cine de espectáculos de Hollywood puede hacer cuando busca expandir la historia el cine de acción y aprovecha los recursos actuales. La película hace guiños y reinterpreta momentos del Lupin III de Hayao Miyazaki, al Steven McQueen de El gran escape, al James Bond de La espía que me amó y a La General de Buster Keaton y Clyde Bruckman. La trama mira a la tecnología con sospecha, pero su realización abraza la fotografía digital (es la primera de la seria capturada totalmente en este formato) y los efectos por computadora (para completar la ilusión de sus acrobacias reales).

Habrá que esperar hasta el próximo verano para ver cómo McQuarrie y el coguionista Erik Jendresen cierran la historia de Sentencia Mortal Parte 1. Hay elementos que quedan en el aire de manera muy evidente (la salida de uno de sus personajes fácilmente pudo haber estado acompañada por un “nos vemos en la próxima película”) y por razones obvias al final le falta ese sentimiento de satisfacción y júbilo que dan el poder decir “misión cumplida”. Pero en cuanto a acción, la película es el paquete completo, con persecuciones en carro, peleas cuerpo a cuerpo, tiroteos y acrobacias. Si no es la mejor de la serie, Misión: Imposible – Sentencia Mortal Parte 1 deja en claro que media película de Misión: Imposible es mucho mejor que la mayoría de los blockbusters hollywoodenses contemporáneos.


★★★★


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