(Beurokeo; Hirokazu Kore-eda, 2023)

Si hay un tema que le da unidad a filmografía del guionista y director Hirokazu Kore-eda es el de la familia. Es un concepto al que regresa constantemente y en el que sigue encontrando frescos matices y variaciones. Películas sobre lazos de sangre que se fragmentan y reconcilian como Nuestra pequeña hermana y Tras la tormenta dan lugar a otras como Un asunto de familia, sobre individuos que no comparten ningún parentesco pero sí una vida diaria que los vincula estrechamente. Recientemente, Kore-eda también ha explorado cómo estos lazos se desenvuelven fuera de su natal Japón: su película de 2019 La verdad se ambienta en Francia y su elenco es en su mayoría francés.

Broker, su película más reciente, continúa ambas tendencias. De nuevo Kore-eda sigue a un grupo de personas que no comparten un origen pero a quienes el destino acerca íntimamente, al mismo tiempo que explora una sociedad ajena a Japón. Ambientada en Corea del Sur, Broker abre con Moon So-young (Lee Ji-eun), una joven que abandona un bebé afuera de una iglesia para que ésta cuide de ella o lo dé en adopción. No obstante, Ha Sang-hyeon (Song Kang-ho) y su compañero Dong-soo (Gang Dong-won), se han introducido a la iglesia y se quedan con el bebé para venderlo a una pareja que lo quiera criar pero no pueda adoptar por los medios legales.

Kore-eda sigue siendo un director con una inclinación social, contando historias que invitan a simpatizar con personajes en los márgenes de la sociedad–los personajes de Un asunto de familia, por ejemplo, son técnicamente invasores de domicilio y sobreviven hurtando tiendas. Una de sus influencias más citadas es el británico Ken Loach y como él, Kore-eda se ha interesado en mostrar cómo las problemáticas sociales chocan con la vida diaria. Broker es entonces su manera de abordar el contencioso tema del mercado negro de la adopción. El guion gira alrededor de los intentos de Sang-hyeon, Dong-soo y So-young por vender al bebé. Ella, empeñada en un principio en recuperar a su bebé, termina uniéndose a los dos hombres. Las cómodas y prejuiciosas categorías en las que podemos acomodarlos al principio (traficantes de personas, madre que abandona a su hijo), dan lugar a interpretaciones más complicadas a medida que se conocen y los conocemos más a fondo y los vemos cuidar del pequeño.

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La situación se vuelve tierna sin caer en lo manipulador. Los encuentros con los posibles compradores/padres se prestan para un viaje por carretera en la desvencijada camioneta de Sang-hyeon, llena de camisas colgando (él trabaja en una limpiaduría) y con una puerta trasera que se abre constantemente. Una parada en un orfanato añade un lindo acompañante más, Hae-jin (Im Seung-soo), un niño que se esconde jugando en la camioneta. Para evitar ser descubiertos tienen que recurrir a mentiras sobre su parentesco (So-young se hace pasar por la novia de Sang-hyeon, Hae-jin como el hermano del bebé); son identidades falsas que no solo asumen en nombre, pero que al practicarlas se vuelven un poco más cerca de ser reales.

Hay elementos de intriga y suspenso. El elenco principal es completado por dos mujeres policías, Soo-jin (Bae Doona) y Lee (Lee Joo-young), quienes están tras la pista de las actividades de los dos hombres y tratan de juntar la evidencia suficiente para arrestarlos. Una subtrama sigue el asesinato de un hombre rico y otra involucra a un par de mafiosos que esperan cobrar una deuda a Song-hyeon. También hay acertados acentos de humor, como cuando Soo-jin y Lee enlistan a una pareja de actores que se hace por padres en espera y engañar a los vendedores, o la escena en que Hae-jin abre la ventana de la camioneta mientras están en el lavado de autos.

Kore-eda construye una narrativa entretenida y conmovedora, con varios incidentes y giros dramáticos, sin descuidar los momentos más pequeños, a puertas cerradas, que caracterizan sus mejores películas. Sus escenas más preciosas son aquellas conversaciones casuales en los hoteles que se encuentran en el camino, en las que se asoma un cariño más profundo. Tampoco cae en el impulso a moralizar. No hay una elección correcta que sea planteada desde el principio, ni una lección que deban aprender. Las lealtades y sentimientos de los personajes cambian de acuerdo con sus necesidades, principalmente económicas, y venimos a entenderlos a partir de sus respectivos contextos. El guardar secretos y las mentiras que dicen resultan herramientas de supervivencia.

El delicado y sutil lenguaje visual de Kore-eda contribuye a que la película se sienta de esta manera. No abusa de los primeros planos como un atajo a la intensidad dramática, ni mueve demasiado la cámara. La música de Jung Jae-il, quien también hizo la partitura para la obra maestra de Bong Joon-ho, Parásitos, guía nuestras emociones, pero nunca nos dice que sentir. Es conmovedora al mismo tiempo que se integra naturalmente a su entorno.

Broker tiene giros que podrían considerarse trágicos o melodramáticos, pero siempre juega limpio, nunca se los saca de la manga ni los usa por mero efecto. La trama evita los detalles sórdidos que uno asocia con la frase “tráfico de personas”, pero también las resoluciones cómodas y complacientes. Tenemos la sensación de realismo, pero también de un mundo mayormente bondadoso. Quizá el tratamiento de los temas es un poco más simple que en otras películas de Kore-eda; muchos de sus momentos más emotivos provienen, no de una poderosa intimidad o momentos de catarsis, sino de la amenaza de la separación. Pero es que en la filmografía de un director que nos ha acostumbrado a la grandeza, hasta una película meramente sólida se siente inferior.


★★★1/2


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