La oferta comercial del cine mexicano tiende a estar dominada por la comedia romántica y el terror. No es común ver películas que se aventuren fuera de estos géneros de éxito probado, y más raro aún ver alguna que mezcle más de uno. En el largometraje Rendez-vous, que forma parte de la selección mexicana de la primera Muestra Internacional de Cine de Ensenada, Lili (Helena Puig) y Eduardo (Antonio Alcántara) se conocen en una aplicación de citas y quedan de verse en un museo. No quiero revelar lo que pasa después, porque considero que uno de los mayores placeres que ofrece la película, es el de dejarse sorprender por la forma en que se desenvuelve. Basta decir que lo que empieza como un encantador encuentro romántico, con palpable química entre sus dos protagonistas, cede su lugar a las convenciones de un tenso thriller fotografiado en un único plano secuencia.
Rendez-vous es dirigida por Pablo Olmos Arrayales. Olmos Arrayales estudió ciencias de la comunicación en la Universidad Marista de Ciudad de México y se especializó en guion y dirección en la Escuela Superior de Cine y Audiovisuales de Cataluña. Ha realizado cortometrajes que se han exhibido en festivales nacionales e internacionales, incluyendo Sitges Festival Internacional de Cine Fantástico de Cataluña, Mórbido Film Fest y Shorts México. Rendez-vous es su primer largometraje.
Ésta es la conversación que tuve con él. Me platicó de su pasión por el thriller clásico, las dificultades pero también las ventajas de hacer una película en un único plano secuencia y en blanco y negro, así como de las distintas formas en que el público ha respondido a la película.
Esta entrevista fue editada por claridad y extensión.
Rendez-vous está claramente enmarcada en el género del thriller. ¿Cuál es tu relación con el thriller? ¿Qué películas u obras literarias te sirvieron como inspiración?
Como espectador siempre me ha gustado el thriller, sobre todo el de los treinta y cuarenta. Me gustan mucho Henri-Georges Clouzot, Otto Preminger y obviamente Alfred Hitchcock, quien sería la influencia más alta. Cuando yo estaba en la prepa recuerdo ver una película que influyó a la hora de decidirme a estudiar cine, Tesis de Alejandro Amenábar. Ese thriller fue la primera vez que veía la mano de Hitchcock en mi idioma y de muy buena calidad. Esto se puede hacer en español, se pueden rodar nuestras historias. Porque sucede en una universidad y yo estaba por entrar a la universidad. Siempre me enamoró ese género, junto con el terror, pero ese terror que es más suspenso, no tanto jumpscare y gore. Siempre me llamó más la atención el thriller más clásico.

A la hora de ver como íbamos a hacer la película, sabíamos que íbamos a hacerla en plano secuencia porque no teníamos presupuesto para rodar más de un día. Me gustaba la idea de hacer un thriller porque era una forma de mantenerte entretenido: podía hacer giros relativamente constantes y que te olvidaras de la técnica. Que te olvidaras del plano secuencia y simplemente estuvieras envuelto.
A nivel estructura, una de las dos influencias más claras es Psicosis. Estos treinta, cuarenta minutos en los que parece que se trata de un robo y estamos siguiendo a esta mujer en su travesía por Estados Unidos para que no la atrapen; la asesinan y la película da un giro de 180 grados y se convierte en otra historia, en otro género. Obviamente estoy muy lejos del nivel directorial de Hitchcock, pero me daba confianza que si ya se había hecho alguna vez ese cambio de género podría volver a funcionar. ¿Qué pasaba si yo engañaba a la gente que estaba viendo una película romántica y de repente se convierte en un thriller? Al estar tanto tiempo con ellos, hacer un primer acto bastante largo, podía hacer que el espectador ya conociera bien a los personajes y pudiera decidir de qué “equipo” era, de Lili o Eduardo.
Siento que en la actualidad se ha ido reduciendo [nuestro nivel de atención], por el tipo de consumidor en el que nos hemos convertido. Si al minuto no nos gusta algo lo cambiamos. Eso te obliga [como cineasta] a que pase algo inmediatamente. Muchas veces no te interesa lo que está pasando en las películas o a los personajes, te da igual si los matan o no, porque no has pasado tiempo con ellos. Eso me daba confianza en cuanto al thriller que yo quería hacer. Después La sospecha, también de Hitchcock, en el sentido de que Cary Grant nunca sabes si es bueno o es malo. Dije, esta estructura también me gusta. En ¿Qué pasó con Baby Jane? tienes un personaje que todo el tiempo piensas que es mala y horrible con su hermana y ¡oh sorpresa! al final.
Estas fueron las influencias más grandes a nivel ficción, no hubo tanto de literatura. Había a nivel personal, al miedo que le tengo a las citas por internet por lo que puede llegar a pasar. Sí creo que puede ocurrir lo que vemos en la película. Yo en los noventa sufrí un secuestro exprés. Sabía la violencia en la que está sumergida la ciudad. No es así todo el tiempo, no es que salgas y ya te roben y te disparen, pero sí está esa capa detrás, lamentablemente. Al menos aquí en la ciudad se siente así y quería también sumergirlo dentro del thriller. No quería decir “qué horrible México, todo está mal, pura injusticia”. No quería irme por ahí, quería que estuviera esa capa debajo.

La influencia de Tesis fue también la de hacer un cine en la clase media-media. Muchas veces [en el cine mexicano] lo peor siempre pasa en la clase más baja y en las partes rurales. Todas las comedias son en la clase alta de México, en las mejores colonias. Se ha perdido un poco la posibilidad de lo que puede ocurrir a nivel ficción en cuanto a clase. Cuando yo vi Tesis, pensé “éste es un universitario como yo” y quería reflejar eso. Estos son chicos en un barrio de la ciudad que no es el barrio más alto ni el más bajo y [les pasan cosas] que te pueden llegar a pasar. De hecho, sentí que se reflejó en algunos festivales en los que se presentó internacionalmente, donde la gente se sintió identificada. En Francia o en Perú. Era mucho más universal. Son gente que usa su teléfono, tiene una aplicación, que puede salir a tomar un café y les puede llegar a pasar. No es gente de un estrato social muy particular.
¿Cómo es el proceso de ensayo para una película basada en un plano secuencia? ¿Cambió mucho tu preparación en comparación a otros proyectos?
Es diferente en el sentido de que era un largometraje y yo nunca había hecho un largometraje. Lo obvio: son más días y más páginas y es diferente tu preparación física porque te desvelas más, eso es diferente. Pero a nivel técnico es lo mismo. Diseccionar cada secuencia y decir vamos a hacerlo de esta forma. Lo que nosotros hicimos fue separarlo por partes. Primero ensayamos todo lo que era en exterior, yo ya había hecho antes un guion técnico, tenía todos los planos. Después fuimos a la casa [donde filmamos], el director de fotografía, la productora, mi asistente de dirección y yo y con un teléfono fuimos traduciendo todo esto que yo tenía escrito, en imagen. Lo íbamos actuando, poniendo los encuadres que indicábamos.
Cuando llegó el ensayo con los actores, ya sabían todas las posiciones en las que tenían que estar, cómo se iba a mover la cámara, a qué velocidad y eso sí lo hace diferente a las otras. Es una película mucho más técnica que necesita de ciertos tiempos y composiciones. En la actualidad, las películas suelen tener a los actores sentados o parados de frente en un plano general y plano-contraplano y ya está. Eso es lo que editas, con planos cada vez más cerrados, más abiertos y ya está. Por gusto personal y porque era una película en la que no me podía permitir que [los personajes] estuvieran sentados todo el tiempo, había que hacer estos movimientos.

Fui muy riguroso con los actores. Tenía que ser muy técnico y eso sí varió con respecto a otros trabajos que había hecho donde quizá les podía dar un poco más de libertad de improvisación. Ensayábamos por partes para que lo memorizaran. Como un deportista que tiene que estar entrenando para que en el juego salga natural, aquí era muy importante que se lo memorizaran tanto que saliera como que lo están improvisando todo. Todo lo que ves está ensayado. A algunos directores y actores no les gusta ensayar porque sienten que pierden la espontaneidad pero aquí no nos lo podíamos permitir.
El blanco y negro contribuye mucho a la textura de la película. Al principio me hizo pensar en la Nueva Ola Francesa, más adelante en Psicosis de Alfred Hitchcock. ¿Cómo llegaste a la decisión de hacer la película en blanco y negro?
La decisión fue desde el inicio, desde que estaba escribiendo. La película hace una reverencia al cine de los treinta y cuarenta; pudo haber sido mucho más violenta y gore pero quise mantener lo que hacían en aquella época. En ese mismo homenaje quería mantener el blanco y negro de aquella época porque sabía que me iba a recordar el thriller de esos tiempos. Son varios motivos. Una era esa mi homenaje a esa época, desde la historia a la estética.
A nivel personal, muchos de los directores que admiro, en sus filmografías tienen películas en blanco y negro y dije “yo también quiero una”. [Se ríe.] Varios cortos los he rodado en blanco y negro y siempre me ha gustado, estéticamente es muy bonito. Se me hace que es muy anacrónico: ponerlo en la nouvelle vague, en los cincuenta y ahora pone [los eventos] a la par. No ves esta diferencia de épocas. Ropa y coches van a cambiar, pero el [blanco y negro] lo hace bastante anacrónico. Recuerdo también, en el libro de Peter Bogdanovich ¿Quién diablos la hizo?, cuando él a Orson Welles le pidió un consejo para hacer su primera película, Welles le dijo “hazla en blanco y negro” y es un clásico inmediato. Tenía todas esas cosas en la cabeza que me indicaban el blanco y negro.
Entrevistamos a otra actriz antes de Helena y ella no quiso hacer la película por el blanco y negro. Justo cuando nosotros rodábamos, en diciembre de 2018, se estrenaba Roma. Pero Roma no inventó el blanco y negro, nosotros no teníamos nada que ver con Roma, era otro género, otro tipo de producción. Pero no quiso por el blanco y negro. Hay gente a la que sí le gusta y personas a las que no.

Una conversación que tienen los personajes de Eduardo y Lili usa esto del bien y el mal, el blanco y el negro. Ya estaba muy simbólico desde la primera semilla en mi cabeza de que iba a ser en blanco y negro. La película empieza más grisácea y hasta el clímax de la secuencia final acaba en un blanco y negro contrastado muy diferente al del inicio, precisamente para estar representando el bien y el mal. Todos estos simbolismos tiene el blanco y negro al usarlo.
¿Qué tan diferente habría sido la película en color?
Me hubiera obligado a hacer un código de color. Cada director es distinto; a mí sí me gusta que todo lo que esté en pantalla tenga un por qué. Si hubiera sido de esa forma, me hubiera obligado a decir, y estoy inventando, que tal color representa la maldad o la muerte, entonces estos van a ser los colores de Lili y se van a ver en tales objetos. Eso obliga a pensarla de otra forma que también la va a encarecer. Por ejemplo, si el vestuario tiene que ser de cierto color pero no lo hay, hay que comprar la tela y hacerlo.
Cada director es diferente. Otro director la hubiera hecho a color y no le hubiera dado su simbolismo y se seguiría sintiendo real. Pero en mi particular forma de ser, lo tendría que haber hecho de esa forma. Hubiera cambiado, sí la estética, pero no los simbolismos, simplemente se hubieran traducido de otra forma. Por ejemplo, en el arte, todos los sofás que tenemos, el tipo de mesa, casi no son colores sólidos, los cojines tienen texturas, líneas. Pedíamos eso pensando en el blanco y negro. Si hubiera sido a color hubieran sido otro tipo de texturas.
¿Cómo ha respondido el público en general a la película? ¿Qué te esperabas y qué te sorprendió?
Lo que más me ha sorprendido es que les gustara. [Se ríe.] Yo sabía que la película funcionaba y que estaba bien, pero no dejaba de ser yo, entonces no era objetivo. Pero de repente fue muy positiva la respuesta en términos generales. Obviamente hay gente a la que no le ha gustado la película y qué bueno. Nunca es bueno intentar hacer una película que le guste a todo mundo porque se vuelve fría. El chiste es que les guste mucho o que la odien pero no te quedes ahí en el medio porque si no se va a olvidar.

De lo que más me ha llamado la atención fue una discusión entre dos espectadores en Francia donde uno decía que sí eran reales las historias de Lili cuando cuenta su pasado y la otra persona decía que eso lo inventó. Entonces venían a mí a preguntar la respuesta y yo les dije “la que ustedes quieran,” al final ya es donde ustedes terminan de darle forma. Yo sí sé cuál es la respuesta pero es mí película, hazte tú tu película.
Me llamó mucho la atención la universalidad de la película. No solamente pasa en México o en Latinoamérica, pero también lo veían en Europa, Reino Unido en Francia. De que en el teléfono quedas con alguien y qué miedo. Ver que sí empezó a permear la película en esas capas. De las ilusiones que yo tenía a nivel cultura popular, si la película se hubiera visto masivamente es que la gente, cuando fuera a tener una cita, se acordara de la película. “¿Y si me encuentro a Lili?” “¿Y si me encuentro a Eduardo?” Que sí funcionara en las conversaciones que he tenido con las personas que la llegó a ver me gustó.
En una exhibición que tuvimos en Ciudad de México, una chica entró viendo a la película pensando que era de amor por el cartel y por el título. [Se ríe.] Claro, cuando salió dijo “no me lo esperaba nada” y sí le gustó, no la odió. Está en ese término difícil, que si te gustan las películas románticas te va a cambiar toda la película; si te gustan de terror o más violentas, el principio es muy ñoño. Está en ese mundo medio.
Esas son las conversaciones que más me han gustado. Temas sobre el machismo, la inseguridad [que vive] la mujer, que están por ahí debajo, que sí se supieron ver sin necesidad de hacer una película moralista. Sin necesidad de eso, se entablaron conversaciones y eso me gustó. Eso e inspirar a gente. Una chica nos dijo “si tú pudiste hacer tu película así, yo puedo hacer mi película así”. Que tú puedas ser una fuente de inspiración con pocos recursos quiere decir que [la película] está bien hecha. Si estuviera mal hecha, a lo mejor no quieren hacer [su propia película]. Qué padre que pueda inspirar a alguien a seguir haciendo cine independiente.
Rendez-vous se estará presentando en la Muestra Internacional de Cine de Ensenada.
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