(Rafael Martínez Sánchez, 2025)

Rich (Rafael Martínez Sánchez), el protagonista de treinta años de Un lago, es cineasta o por lo menos quisiera serlo. Al inicio de la película, se ha retirado a la casa del lago de su padre en Tequesquitengo, Morelos, a unas horas de la Ciudad de México, con la intención de escribir el guion de una película pero no ha avanzado mucho. Pasa sus días con sus amigos, quienes se quedan a dormir y beben con él. Se ha puesto la meta de cruzar el lago nadando (una proeza de entre dos y tres kilómetros) pero no logra mejorar el tiempo que le toma recorrer el tramo entre su casa y un muelle cercano. Todo, parece, para no regresar a esa página en blanco en su computadora.

A la casa llega un amigo de su papá, acompañado de su pareja y la hija de veinticuatro años de ella, Dani (Camila Acosta). La diferencia de edad no es insignificante, pero Rich y Dani conectan porque, por lo menos mentalmente, están pasando por momentos similares. Ella acaba de ser rechazada para una beca en el extranjero y su madre la está presionando para conseguir un trabajo regular. Rich se ofrece a pasearla por el lago, lo que ella acepta con gusto y su convivencia pronto florece en un romance casual.

Un lago es un ejemplo clásico de cine independiente; parece haber sido hecha con la consigna clara de hacer más con menos. La historia transcurre casi en su totalidad en una preciosa pero única locación. Fuera de una calle de la Ciudad de México, unas pocas en el pueblo, todo parece ocurrir en la casa o en la laguna. Hay pocos personajes principales: Rich, Dani y un par de amigos que invitan a pasar el rato en la casa: Majo (Daniela Moranchel), su novio Jake (Pablo Flores) y Chebe (Gonzalo Romero). El estilo visual es igualmente económico. La mayoría de las escenas, salvo aquellas que involucran diálogos largos entre muchos personajes, se resuelven en uno o pocos encuadres, con la cámara de Miguel Galo fija o haciendo movimientos simples.

Pero la modestia de su producción juega más a favor que en su contra. Martínez Sánchez, quien dirige, escribe, produce, y compone la música además de protagonizar, ha escogido una historia que se beneficia especialmente de los recursos con los que tiene a su disposición para contarla. De haber sido una producción más grande, Un lago quizá habría perdido más de lo que habría ganado. La casa de campo se vuelve simbólica de ese limbo en el que Rich está: precioso, tranquilo y hedonista. Pero también de su relación con su padre, quien lo mantiene y de quien su vida finalmente depende; un recordatorio constante de ese sentimiento de que no es su propia persona. El trabajo de cámara, guardando distancia para apreciar los paisajes y los cuerpos de sus personajes, habla de esa pereza o letargia marca sus días. Un sentimiento que bien puede convertirse en paz mental como alimentar su inseguridad e incertidumbre.

Es probable que, al tener un protagonista con tanto en común con su realizador–Dani nota que Rich es actor, escritor, productor y director, todos roles que Martínez Sánchez desempeña en Un lago–algunos encontrarán a la película solipsista y narcisista. Y al ser una película sobre alguien que hace o trata de hacer cine, otros dirán que habla solo sobre las lamentaciones de una parte muy pequeña y privilegiada de la gente. Admito algo de identificación personal con Rich: compartimos edad, así como dudas e inseguridades típicas de esa edad. No obstante, me atrevo a decir que, si Un lago me gustó, no es solo porque toca temas que me interesan personalmente, sino porque hace el esfuerzo necesario para hacerlos funcionar dramáticamente.

Un lago dibuja a sus personajes, a Rich y a Dani especialmente, con trazos delicados. Revelando, en sus interacciones y momentos solitarios, detalles de su vida fuera del lago, pero también dejando mucho a la imaginación. Como espectadores nos sentimos alentados a ser atentos y detallistas, a buscar en los gestos de sus personajes aquellos que nos digan más de quienes son. Dani no es ese cliché de personaje femenino que llega de la nada para cambiar la vida de ese protagonista masculino. Sus acciones no dejan de tener cierto misterio, pero tampoco se siente desdibujada porque a Rich también lo rodea cierto misterio.

Las diferencias ayudan a que se enternezcan el uno con el otro. A Dani le divierten los gestos y expresiones más cursis de Rich, quien en más de una ocasión se encuentra hablando o actuando como “señor”. La convivencia prolongada, no obstante, las convierte en distancia–Rich responde con escepticismo cuando descubre que los amigos que a Dani ha invitado son poliamorosos. Dani está lidiando con su propia vida y, cuando ésta no se alinea con la de Rich, la separación es inevitable. Un lago es inteligente al no tratar de definir su relación en términos claros. Es una película sobre un encuentro significa mucho para dos personas, incluso cuando éstas no saben todavía qué significó.


★★★1/2


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