[Imagen superior: Camino a Marte, mención honorífica]

Aquí empieza la segunda parte del artículo. La primera parte está disponible aquí.

10. Blade Runner 2049

Blade Runner 2049_Mejor del 2017

La genialidad técnica de Blade Runner 2049–fotografía, efectos especiales y diseño de producción–me fueron evidentes desde la primera vez que la vi. La de su historia no. Por alguna razón, el que la película dijera desde el principio que su protagonista no era humano se sentía como un error. Tuve que verla una segunda vez para darme cuenta de que esa era la idea. Denis Villeneuve expande el mundo y la filosofía del clásico de ciencia ficción de 1982 con una historia que explora lo que significa ser humano limitándonos al punto de vista de un ser humano artificial y retándonos a no identificarnos con él. La película casa la intriga de una trama de detectives con la crisis existencial de su protagonista (un estoico Ryan Gosling). Blade Runner 2049 es larga, en gran parte gracias al estilo meditado de Villeneuve, pero cada minuto se siente esencial.

9. ¡Madre!

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La alineación perfecta de un director aclamado, una de las más grandes estrellas del cine contemporáneo y un módico presupuesto dio lugar a la que es quizá la película hollywoodense más audaz del año. En igual medida una absurda alegoría bíblica, una parábola sobre el medio ambiente y un pequeño drama sobre un matrimonio opresivo, ¡Madre! (sí, con todo y signos de exclamación) dejó perplejos a muchos y ofendió a otros. Frecuentemente incoherente y rica en simbolismo, ¡Madre! brilla gracias a la dirección de Darren Aronofsky, quien hace que la película se desenvuelva con la lógica de un sueño, y la actuación de Jennifer Lawrence, quien nos mete en lo más profundo de la experiencia de su personaje. Una gran película, siempre y cuando no esperen la película de terror que sus trailers trataron de vender.

8. La vida de Calabacín

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Nada menos que encantadora. La vida de Calabacín recrea con afecto y una colorida y expresiva animación stop motion la forma fantástica y única en que los niños ven el mundo. El primer largometraje de Claude Barras, basado en un impecable guion de Céline Sciamma, está llena de episodios que parecen sacados directamente de la vida diaria y pequeños héroes que sentimos que hemos conocido desde siempre. Situada principalmente en un orfanato, pero llena de gentiles y matizados personajes, La vida de Calabacín se mueve hábilmente entre la melancolía y el optimismo. Es una íntima, vasta pieza sobre cómo el mundo tantas veces puede sentirse como un lugar sin esperanza, pero también sobre las personas que mediante pequeñas acciones están dispuestos a hacerlo un mejor lugar. Y todo eso en apenas 65 minutos.

7. La libertad del diablo

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¿Para qué la máscara? Uno se pregunta a lo largo de La libertad del diablo. El nuevo documental de Everardo González se compone de víctimas y victimarios de la violencia ligada al narcotráfico en México, dando testimonios directamente a la cámara detrás de una inquietante máscara de tela color piel. Es un perturbador gancho para una película sobre un tema tantas veces explorado por el cine mexicano. A medida que la película progresa, se convierte también en un recordatorio constante de cómo la violencia deshumaniza tanto a los que la sufren como a los que la perpetran. La libertad del diablo se siente especialmente relevante en el contexto de la llamada Ley de Seguridad Interior. La película es una iluminadora, a veces dolorosa, mirada a cómo funcionan los ciclos de violencia y un recordatorio de que cualquier cosa que permita más violencia no es la respuesta.

6. Luz de luna

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Sería una lástima que Luz de luna termine siendo recordada sólo por la confusión que por un instante pareció quitarle el máximo premio la noche de los premios Óscar. Aun si la Academia lo hubiera ignorado, este pequeño drama independiente de un director relativamente desconocido sigue siendo una de las películas más emotivas del año, con una fotografía de brillantes e impactantes colores y una poco convencional estructura narrativa. La historia de un joven homosexual afroamericano creciendo en un barrio pobre de Miami, Luz de luna esquiva hábilmente los clichés del cine sobre personajes marginados con una inteligencia sobre cómo su mundo funciona. Una mirada a cómo un mal canalizado impulso a la supervivencia se convierte en agresión, Luz de luna no sólo es una invitación a compartir la experiencia de alguien más, sino también a reconocer una parte de nosotros en la pantalla grande.

5. Tras la tormenta

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Un escritor fracasado, adicto a las apuestas y un padre desatento, Ryota (Hiroshi Abe) no debería de caernos bien. Pero la técnica minimalista y la mirada atenta del director y guionista Hirokazu Koreeda nos permite no sólo entenderlo sino hasta simpatizar con él. Tras la tormenta hace una crónica de sus intentos desesperados, a veces inútiles, de ser mejor persona. Como suele suceder en las películas de Koreeda, la familia es una pieza clave del rompecabezas. Las fallas de su padre repercuten en Ryota, no sólo en quién es él, sino en el ejemplo que se convierte para su propio hijo. Sus interacciones con su madre y su exesposa, meras escenas de la vida diaria, parecen no tener nada de importancia, pero es a través de ellas en las que el carácter de su complicado protagonista y la poesía cotidiana de Koreeda en verdad salen a relucir.

4. La La Land: Una historia de amor

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Me enamoré de La La Land: Una historia de amor casi tan pronto como empezó. Su primera secuencia, un cuidadosamente coreografiado y colorido número musical que se desarrolla entre el tráfico de Los Ángeles, es de esos momentos que sólo confirman mi amor por el cine. Damien Chazelle conquistó Hollywood y los Óscares con esta cautivadora y preciosa pieza de entretenimiento inspirada en la rica historia de los musicales. Ryan Gosling y Emma Stone, en su tercera colaboración en pantalla nos hacen partícipes del optimismo de sus dos héroes y amantes a la vez que exploran los sentimientos encontrados que caracterizan el éxito. La La Land es una película que nos confronta con que los que sueñan en grande siempre están un poco desconectados de la realidad, pero también recuerda cómo esta ciega persistencia es también lo que nos lleva a perseguir la grandeza.

3. Manchester junto al mar

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Kenneth Lonergan es de los pocos directores que pueden capturar la naturaleza de la vida cotidiana y los inconsistentes, complicados comportamientos de las personas reales. Su tercer largometraje parece avanzar sin una dirección clara, prestándole mayor atención a los detalles más triviales de las vidas de sus personajes en lugar de enfrentar al elefante en la habitación que es la muerte de un familiar y sus errores pasados. A medida que la película progresa, nos queda claro que en cada momento se manifiesta por lo menos un poco del dolor que la familia Chandler carga consigo. Es así como sucede en la vida real. A veces divertida, muchas veces devastadora, pero siempre humana, Manchester junto al mar no sólo es una de las mejores películas que vi este año. Siento que una parte de mi alma se queda con ella.

2. Dunkerque

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Dunkerque quizá no es la mejor película que Christopher Nolan ha hecho, pero sí se siente como la culminación de una carrera. Uno de los episodios más traumáticos de la Segunda Guerra Mundial es recreado aquí con todos los trucos cinematográficos que el director ha ido acumulando a lo largo de su carrera: los juegos con la cronología, un opresivo diseño sonoro y efectos especiales prácticos. Dunkerque es una mirada dolorosa e inquietante al lado más feo de la guerra, a los actos heroicos y terribles de los que uno es capaz cuando todo parece perdido. Sus 106 minutos de combate en cielo, mar y tierra resultan en una de las experiencias cinematográficas más estresantes del año, pero el don de Nolan para el espectáculo visual igualmente la hace imperdible. Dunkerque es difícil de ver, pero es más difícil quitarle los ojos de encima.

1. Silencio

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Pocas veces he salido del cine sintiendo que acabo de ver por primera vez una de las mejores películas de la historia. Así me sentí cuando vi Silencio. Un proyecto que Martin Scorsese, uno de los indiscutidos maestros del cine, estuvo cociendo por más de veinticinco años, Silencio es también una de sus obras más personales, una que ataca de frente uno de los temas más importantes para su filmografía. Sí, esta es una película sobre Dios hecha por uno de los directores más católicos de Hollywood, pero ninguna de las respuestas que ofrece es definitiva o fácil. Silencio muestra el poder de la fe para resistir el sufrimiento, pero también la arrogancia de aquellos que dicen tener la única verdad. Es la obra de un director con décadas de experiencia acumulada, pero que no da señales de fatiga creativa.

Silencio es una visualmente esplendorosa obra maestra, una poderosa y dolorosa mirada a nuestra relación con la fe y la mejor película que vi este año.